Primeras impresiones de una española viviendo en Islandia

Cuando llegué de mi viaje por Europa hace unos meses, lo último que se me pasó por la cabeza es que acabaría mudándome a Islandia. Después de haber estado medio año trabajando de voluntaria en el extranjero y tras haber visitado países y lugares increíbles, decidí regresar a la vida laboral y “sentar cabeza”. Por casualidades de la vida, me surgió una gran oportunidad en Islandia… ¡y para aquí que me vine!

Como ya os podréis imaginar, España e Islandia no tienen nada que ver y el choque cultural fue considerable. Por eso, durante mis primeros días en Reikiavik recopilé una lista con todas aquellas cosas que me llamaron la atención y hoy me gustaría compartirla con vosotros. ¡Allá van!

Nota: esta lista la hice cuando llegué en febrero, así que haré una segunda versión próximamente con nuevas curiosidades.

El tiempo: si no te gusta, espera cinco minutos

Si hay algo de lo que no te puedes fiar en esta vida es del tiempo islandés, y es que puede cambiar literalmente en cuestión de minutos. En un mismo día puedes tener nieve, sol, nubes, viento… ¡de todo! No puedes confiar al 100% de lo que dice el pronóstico y tienes que ir preparado para todo tipo de condiciones climáticas. Ya lo dicen los islandeses: “si no te gusta el tiempo que hace, espera cinco minutos”.

La Iglesia Hallgrímskirkja en un día soleado

Una cosa que sí he podido comprobar hasta el momento es que el viento es un fenómeno presente. Más suave o más fuerte, aquí casi siempre hace algo de viento. Si está nevando o lloviendo y tienes que ir andando a algún sitio, esto se puede convertir en una odisea.

Sin embargo, para mi sorpresa, he de decir que no hace tanto frío como esperaba. Me imaginaba en Islandia como una cebollita y saliendo a la calle con mil capas de ropa. No obstante, el tiempo es mucho más soportable y es que está suavizado por la corriente del Atlántico Norte.

Los precios y horarios (sobre todo del supermercado)

Aunque ya venía mentalizada de casa, una de las cosas que más me impactaron fueron los precios y el coste de vida del país. Si bien los salarios van acorde con el nivel de vida, Islandia no deja de ser uno de los países más caros del mundo y para quienes venimos de fuera puede ser un poco preocupante al principio. Como en todos los sitios, hay establecimientos más caros que otros y esto es algo que pude comprobar cuando hice mis primeras compras en el supermercado.

Buscando información por Internet leí que el supermercado más barato era Bónus, el del cerdito. El primer día de trabajo llegué a casa y, después de descansar un rato, salí a hacer la compra, a eso de las 7 de la tarde. ¡Imagina cómo me quedé cuando vi que el supermercado llevaba ya una hora cerrado! Y es que resulta que aquí en Islandia los horarios son de lo más peculiares. Normalmente los supermercados abren a eso de las 11 y cierran alrededor de las 18.00, así que más vale que te des prisa si quieres hacer la compra. Como ventaja, los supermercados abren también los domingos, algo poco común en España.

El caso es que ese día tuve que cambiar de plan y me tocó ir al Krambúðin, un 24/7 que tengo al lado de casa. Como todavía no estaba acostumbrada a las coronas islandesas utilicé el conversor de moneda del móvil… y casi me da un ataque al ver los precios. Madre mía, compré cuatro cosas y me costó por lo menos el triple que en España. Tras el susto inicial decidí hacer la segunda compra en el Bónus (obviamente dentro de horarios de apertura) y el importe fue mucho más realista. De hecho, en el Bónus los precios son relativamente parecidos a los de España y asequibles teniendo en cuenta que es Islandia. Así que ya sabes, si vas a viajar a Islandia y tienes un presupuesto limitado, Bónus es la solución.

La burocracia: cuanto más simple, mejor

Otra de las cosas que tuve que hacer cuando llegué a Islandia fue el papeleo que implica mudarte de un país a otro. Islandia está dentro del EEU y, por lo tanto, no requiere demasiada burocracia, si bien hay una serie de gestiones que tienes que hacer sí o sí. Por ejemplo, registrar tu domicilio y darte de alta como ciudadano (vamos, obtener el kennitala, el número de identificación social de Islandia), abrirte una cuenta en el banco o adquirir una tarjeta SIM del país. 

En mi caso, empecé a tramitar mi kennitala con ayuda de la empresa y el proceso fue muy ágil. Sin embargo, cuando llegué tuve que ir presencialmente a la oficina con mi pasaporte para verificar que ya había llegado al país, y aquí me pasó una cosa realmente asombrosa. 

Resulta que para realizar el registro tenía que proporcionar un domicilio, pero claro, me había mudado hace dos días y me estaba alojando en un piso temporal, por lo que no tenía una dirección fija. El empleado de la oficina me preguntó dónde me estaba quedando, le dije que “con unos amigos” y me pidió que le diera esa dirección. Me quedé un poco confundida porque no me pidió ningún tipo de prueba o documentación, y además me parecía rarísimo registrarme en Islandia con un domicilio que no era el mío. Podría haberle dicho cualquier dirección y el empleado jamás hubiera sabido si era de verdad o no.

Total, que le di la dirección temporal y el señor me dijo que no me preocupara, que cuando tuviera el domicilio final me pasara de nuevo por la oficina y lo cambiaban en un momento. Y eso hice. Cuando firmé el contrato de mi piso me dirigí de nuevo al registro y en un minuto -literal- ya tenía el cambio hecho. Lo único que me pidieron fue mi pasaporte, pero ni el contrato ni nada más. De nuevo podría haber dicho una dirección totalmente ficticia y nadie se hubiera dado cuenta.

Me llamó la atención esta situación porque, cuando me mudé de Cádiz a Barcelona, para empadronarme en otra comunidad autónoma me pidieron una gran cantidad de documentación y pruebas: que si los papeles del piso, que si una autorización del propietario, rellenar un formulario diciendo por qué me empadronaba, llevar una foto de carnet… En fin, un show.

El negocio del alcohol

Al contrario que en España y de otros países del mundo, en Islandia no encontrarás ninguna bebida alcohólica en los supermercados. De hecho, las únicas tiendas que pueden vender alcohol son unos establecimientos propiedad del gobierno llamados Vínbúðin. Esto me sorprendió bastante porque en los supermercados de España siempre hay una sección específica para el alcohol o por tipologías (cervezas, vinos, etc.). Sin embargo, en Islandia, si quieres comprar bebidas alcohólicas tienes que ir exclusivamente a estas tiendas. 

No solo eso, para poder hacerlo has de tener mínimo 20 años y los islandeses son bastante cautelosos con ello. A mis 27 años me han pedido el DNI en varias ocasiones para poder comprar una botella de vino o cervezas (no sé si esto es algo positivo o negativo…).

Quizá tenga que ver que en Islandia las bebidas alcohólicas estuvieron prohibidas hasta hace poco. De hecho, no fue hasta el año 1989 cuando el alcohol se legalizó por completo así que podemos decir que el consumo tardó en normalizarse.

La amabilidad de los conductores

Vale, este apartado puede sonar un poco raro, pero ¿quién no ha cruzado un paso de peatones con temor de que un coche pase demasiado rápido? Aquí quiero mencionar un par de aspectos. El primero es que en Islandia (o, al menos, en Reikiavik) no hay pasos de peatones señalizados tal y como estamos acostumbrados. Están camuflados, en el sentido de que hay un tramo de acera que se “une” con la carretera dando a entender que es un paso de peatones. 

Cuando no hay nieve no hay ningún problema, pero cuando está todo congelado y no conoces la zona tienes que asumir que están ahí. De hecho, mi primer día de trabajo estuve un rato dando vueltas porque no sabía cómo cruzar al otro lado de la carretera, y tuve que dar un rodeo relativamente grande para después darme cuenta de que tenía el paso de peatones justo al lado. El problema es que estaba totalmente cubierto de nieve…

Las calles congeladas de Reikiavik

Por otro lado, también me sorprendió la amabilidad de los conductores. Si ven que hay una persona que va a cruzar a la otra acera, siempre paran con suficiente antelación. En España no es raro ver a un conductor acelerando para cruzar un paso de peatones antes de que la persona llegue para así no tener que parar. Aquí no se estresan, y te dejan pasar tranquilamente. Eso sí, a veces es un poco raro porque ves que los coches paran incluso antes de que llegues al paso de peatones y sientes la “presión” de tener que darte prisa para que el pobre señor o señora no esté un rato esperando.

Los apellidos islandeses

Otra de las grandes diferencias respecto a otros países es cómo construyen los apellidos. En España tenemos dos apellidos, normalmente el primero es el del padre y el segundo el de la madre. En otros países solo tienen uno y generalmente es el del padre. Bueno, pues en Islandia lo hacen de una manera totalmente diferente: toman el nombre del padre y le añaden -sson (hijo de) o -dóttir (hija de). Por ejemplo, si mi padre se llamara Jón , mi apellido sería Jónsdóttir (hija de Jón) y el de mi hermano sería Jónsson (hijo de Jón). Por lo tanto, dos hermanos no tienen por qué tener el mismo apellido. Todo depende de cuál sea el nombre del padre.

La decoración de las calles

A pesar de que estamos ya a mediados de febrero, las casas del centro de Reikiavik todavía están adornadas con luces y motivos navideños, lo cual da a la ciudad un encanto especial. Reikiavik es un muy tranquilo y a pesar de ser capital de país no hay demasiada afluencia de turistas, así que no se hace agobiante pasear por las calles.

Motivos navideños en la ciudad

Por otro lado, también es una ciudad muy segura (igual que el resto de lugares de Islandia). No importa si vas sola, de noche… es poco probable que pase algo malo. Claro está que tienes que ir siempre con cuidado ya que nunca se sabe lo que puede suceder. No obstante, en comparación con otras ciudades o países, parece un sitio muy seguro y confiable. De hecho, en el año 2018 Islandia fue nombrado el país más seguro del mundo.

La calefacción: mejor siempre que nunca

En Islandia se utiliza la energía geotérmica para la electricidad y la calefacción y esto tiene beneficios varios, entre ellos los bajos costes. Los islandeses siempre mantienen la calefacción encendida y si tienen calor abren la ventana y ¡listo! 

En España solo utilizamos la calefacción en invierno y cuando hace realmente frío, pero el resto del año apenas la usamos. Por otro lado, en verano ponemos con frecuencia el aire acondicionado. Teniendo en cuenta que en España la energía no es precisamente barata, tenemos que ir con cuidado y controlar lo que gastamos. En Islandia no existe este problema y se utiliza la misma medida durante todo el año, haga frío o calor.

El olor del agua

La primera vez que me duché casi me da algo, y es que no os podéis imaginar el olor que salía del grifo cuando puse el agua caliente. Era como un olor a huevo podrido. Al principio pensé que sería una avería pero me explicaron que esto se debe a que en Islandia no tienen calentadores y el agua caliente llega directamente de las montañas islandesas. De ahí su fuerte olor a azufre. Te recomiendo que, si vas a beber agua del grifo, esperes a que salga realmente fría porque como te lleves la caliente a la boca por error no te va a gustar nada la experiencia.

Por cierto, no te preocupes si te vas a duchar con agua caliente ya que el olor no se te impregna, y ¡al final te acabas acostumbrando!

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2 Respuestas a “Primeras impresiones de una española viviendo en Islandia”

  1. Hola Lenore. Me alegra saber de tí ^^. Me parece superguay lo que has comentado, además que es información muy valiosa. la verdad que, tengo tanto que ver, y quiero probar la experiencia de vivir en lugares tan norteños como Islandia. Debe ser un pasote, aunque deberé ir acompañado de un diccionario de bolsillo jiji. Muchos besos chica.

  2. Hola Raquel, muy interesante…sobre todo el trámite tan rápido de papeleo, nada que ver al de aquí.
    El tema del comercio, horarios y lugares más economicos…bueno y lo de los conductores, e ir sola de noche y tranquila, me parece genial.
    Me ha gustado leerlo, te mando un abrazote y nos vemos prontito.
    Un besito Raquel!

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