Días de trabajo en el Good Bye Lenin Hostel con mis compañeros

Zakopane, 24, 25 y 26 de julio de 2018.

Estos últimos días de trabajo han sido bastante tranquilos. Como todas las jornadas, ha habido situaciones peculiares que hemos tenido que resolver. Sin embargo, en comparación con los turnos anteriores, todo ha ido sobre ruedas. Ni huéspedes fantasma, ni visitas inesperadas, ni check-ins masivos… En este artículo os dejo un resumen de cómo han sido estos días y algunas cosas a destacar.

Martes 24 de julio

El martes tuve jornada de trabajo compartida con mis compañeros Xenia y Jonathan. Tuvimos turno de limpieza y los malditos se adjudicaron los «mejores» cuartos de baño y me dejaron a mi el peor. Ya les vale… ¡El que tenía más porquería! ?

Tensión matutina

Por la mañana tuvimos que lidiar con una situación un poco incómoda. La habitación compartida que tiene lavabo privado había sido reservada por una familia y, por tanto, era de uso exclusivo para ellos. Anoche, cuando estábamos viendo Black Mirror en el salón, tuvimos un check-in de una pareja alemana y el chico tenía una actitud un poco chulesca en general. El caso es que esta mañana este chico entró en la habitación privada de la familia para utilizar el lavabo sin preguntar. La familia le pidió por favor que saliera, que el lavabo era privado, pero el chico no hizo ni caso.

La familia nos lo comunicó y le dijimos que hablaríamos con el chaval en cuanto saliera. El caso es que no salía. Los padres se molestaron y empezaron a golpear la puerta del lavabo. Se formó una situación un poco tensa porque ambos empezaron a discutir. Que si el chico era un maleducado, que si no tendría que estar en el hostal (vamos, que le teníamos que echar), etc. Mi compañero Jonathan y yo estábamos en medio en plan… Shit. Y, ahora, ¿qué?

Al final, por suerte, todo se solucionó porque fue un malentendido. Al parecer, el chico no sabía que la habitación era privada. Salió de mala y gana y se negó a pedir disculpas a la familia porque decía que «el ofendido era él». Así que nada, ya os podéis imaginar… Una buena forma de empezar la mañana.

La cama defectuosa

Este no fue el único incidente del día y el turno fue un poco de locos igualmente. Teníamos un check-in de una familia de Rumanía que había reservado las dos habitaciones privadas para cuatro personas. Una tenía dos camas matrimoniales, una cama individual y lavabo privado, y la otra sólo una cama matrimonial. Sin embargo, al final pudieron venir solo tres y querían negociar  el precio para pagar menos. No fue posible porque es temporada alta y no se aceptan cancelaciones de última hora. Menos aún para las habitaciones privadas, que son las más demandadas.

Poco después nos dimos cuenta de faltaba un colchón en la habitación del ático y que la tendríamos que haber cogido de uno de los cuartos privados. La única opción para montar la cama era coger un colchón de alguna habitación compartida, pero estaban todas ocupadas. La familia rumana nos dijo que si les arreglábamos la cama matrimonial nos dejarían coger el colchón de la individual. Nos extrañó mucho porque justo ese día habíamos preparado la habitación y la cama estaba correctamente. Así que fuimos a investigar…

Y, efectivamente, la cama no estaba en sus mejores condiciones. Algunas tablas de madera de la estructura que hacía de muelles estaban raras. No sé si estaban dobladas o qué, pero hacía que al tumbarte hiciera un ruido y una forma rara. No había forma de arreglarlo. Sin embargo, la familia fue muy comprensiva con nosotros. Nos vieron muy apurados intentando arreglar su cama y buscando opciones para el colchón que faltaba y al final nos dejaron coger el de la individual. Tuvimos que subirlo al ático por la trampilla y montar la cama desde cero. En fin, un show, y todo esto por la noche… Eso sí, al final resultó ser un día de trabajo muy entretenido.

Miércoles 25 de julio

El miércoles era la última jornada de trabajo de Jonathan. Estaba muy motivado y lo dio todo limpiando el hostal a fondo. Se me hizo muy raro que fuera su último día porque empezamos a trabajar a la vez (él llegó un día antes que yo) y habíamos compartido muchos turnos juntos.

Este día intentamos hacer una tortilla de patatas para cenar que resultó ser bastante fail. Al momento de girarla se quedó pegada en la sartén y al final acabó siendo un revuelto de huevos y patatas. Pero bueno, al final estaba buena igualmente. Para aprovecharlo, tostamos un poco de pan y nos pusimos hasta arriba de comer.

La tortilla, antes de ser destrozada
La tortilla, antes de ser destrozada

Terminamos el día viendo un capítulo de Black Mirror en el salón con el resto de huéspedes, como marca la tradición. En esta ocasión el elegido fue el de White Christmas, uno de mis preferidos.

Viendo Black Mirror después del día de trabajo
Viendo Black Mirror después del día de trabajo

Jueves 25 de julio

El jueves volví a tener jornada completa de trabajo yo sola. Contra todo pronóstico, fue un día muy tranquilo. Hice un check-in súper temprano (el de Andy, de Australia), preparé el desayuno, limpié el hostal… Vamos, las tareas típicas del voluntariado.

El único problema fue que el datáfono llevaba varios días sin funcionar y los huéspedes solo podían pagar en efectivo hasta que estuviera arreglado. Milagrosamente todos tenían efectivo disponible, algo que no me esperaba (sobre todo si vienes de un país diferente). Esa misma tarde vino el técnico a arreglar la máquina y a partir de ahí ya pudimos empezar a cobrar con tarjeta. Fue un alivio porque si un huésped no tenía efectivo teníamos que apuntar que faltaba por pagar, y luego gestionarlo con nuestra manager.

Aparte de eso, creo que ha sido una de las pocas veces que he tenido un turno tan relajado. Sin embargo, el mejor momento del día fue cuando a eso de las 19:00 llegó al hostal mi amiga Karolina 😀 Es una de mis compañeras del WorkAway que hice en Finlandia. Ella es de Polonia y ha venido en su motocicleta a visitarme unos días.

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