De vuelta a casa por primavera. ¡Hasta pronto, Estonia!
Tallín, 25 de abril de 2018.
Por la mañana hice escapada exprés para comprar souvenires de última hora (¡no quería irme sin mi llavero!). Después, ya sí que sí, emprendí camino al aeropuerto, y no fue precisamente fácil. Vaya caos…
Bueno, primero de todo decir que me ha costado mucho decir adiós a mi camita en nuestra cueva… Ahora se ve vacía, pero cuando estaba instalada le puse hasta una cortina para tener más privacidad. En la litera de arriba no había nadie y tenía todas mis cosas desperdigadas… jajaja.
La odisea para llegar al aeropuerto
Básicamente, lo que pasó es que una vez más me confié y no miré con antelación cómo llegar al aeropuerto desde Tallinn Backpackers. Cogí mi mochila, salí del hostal y allí en la misma calle busqué en Google Maps cómo llegar al aeropuerto. Aparentemente, tenía que coger un autobús a 10 minutos del hostal, así que me fui para la supuesta parada.
Resultó que estaba toda la avenida cortada por obras y la parada en cuestión estaba fuera de servicio. A Google Maps esto le dio igual porque cuando volví a buscar me seguía apareciendo la misma opción. Vista la situación y dado que el tiempo corría en mi contra, opté por preguntar a dos señoras rusas que estaban por allí. Fueron muy majas y me indicaron la forma más fácil de llegar al aeropuerto. Si no llega a ser por ellas, todavía estaría dando vueltas por Tallín…
Al final cogí la línea 4 del tranvía que te lleva directamente al aeropuerto de Tallín en 20 minutos. El billete sencillo cuesta 2€, y 1€ si tienes carnet de estudiante. Se puede comprar en el mismo tranvía y la forma de hacerlo es un tanto curiosa. Básicamente, tienes que ir a donde está el conductor o conductora, metes el dinero en una ranura y te pasan el ticket por allí mismo. Así, tal cuál, mientras conduce el tranvía.
Unos invitados especiales
Cuando llegué vi a un montón de personas asomadas en las ventanas y haciendo fotos con los móviles. Resulta que habían llegado en avión la princesa Mette-Marit y el príncipe Haakon de Noruega. El panorama era real, y nunca mejor dicho: una alfombra roja para salir del avión, dos filas de militares y cochazos privados y con las ventanas tintadas.
Por cierto, el aeropuerto de Tallín estaba bastante vacío y es pequeñito, pero está muy bien estructurado. Es imposible perderse una vez dentro.
Escala en Oslo
Para volver a Barcelona tenía que hacer escala en Noruega ya que no habían vuelos directos desde Estonia. El vuelo de Tallín a Oslo no llegaba a las dos horas. Salimos a las 13:30h y llegamos a las 14:05 (Noruega utiliza la zona horaria CET, mientras que Estonia usa la EET). Durante las 6 horas de espera que tenía entre ambos vuelos estuve actualizando mi diario de viaje (en concreto este, ¡yuju!). Entre escribir, comer, leer y pasearme por el aeropuerto se me pasaron las horas volando.
Luego ya a las 20h embarcamos con rumbo a Barcelona, donde llegamos a las 23:30h de la noche. No me enteré de nada porque lo pasé durmiendo, como siempre. Últimamente no sé qué me pasa que me paso todos los vuelos durmiendo. Incluso antes de despegar. Y, si me ha tocado ventana ya es la perdición porque me apoyo y caigo rendida enseguida.
Una vez ya en Barcelona, y después de 2 autobuses nocturnos, llegué a casa. Se me ha hecho muy raro volver después de estar 3 meses viajando por el norte de Europa. Ha sido una experiencia inolvidable que repetiría mil veces y en la cuál he aprendido muchísimo, especialmente a nivel personal. Pero ya haré una publicación sobre ello… de momento, ¡toca descansar y planear la siguiente aventura!
De momento, os dejo el enlace con todo el recopilatorio de mi estancia en Estonia, por si le queréis echar un vistazo 🙂