Resumen de mis últimos días en el Tallinn Backpackers

Tallín, 21 a 24 de abril de 2018.

Después de pasar un mes en Tallín, ha llegado el momento de decir adiós a la preciosa capital de Estonia y volver a casa. No es un regreso definitivo, sino una pequeña pausa en mi viaje. ¿Dónde iré después? No lo sé. ¡El tiempo lo dirá! De momento, os dejo con un resumen de lo que han sido mis últimos días en Tallín y en el hostal.

Sábado, 21 de abril

El grupo de finlandeses fiesteros

El sábado estuvimos con un grupo de finlandeses que habían reservado el hostal para una despedida de soltero. Obviamente, la intención era venir para celebrar el evento a lo grande. Nos explicaron que salir de fiesta en Finlandia costaba un ojo de la cara y que era bastante común coger el ferry a Tallín para el fin de semana y luego volver a su país.

Me sorprendió gratamente que, aunque los chavales iban bastante borrachines, se comportaron de manera muy decente. Con esto quiero decir que en ningún momento la liaron o dejaron el hostal hecho un destrozo, que es lo que nos temíamos. No me gustan los prejuicios, pero creo que en España o en otro país quizá nos hubiéramos llevado una sorpresa negativa. Los huéspedes que vienen a Tallinn Backpackers son un encanto y hacen que nuestro trabajo sea más fácil. ¡Gracias!

Descubriendo el ocio nocturno de Tallín

Estuvimos con ellos jugando a las cartas en el salón y por la noche salimos de fiesta. Por primera vez en un mes fui al Ukskoik Bar, el bar donde van mis compañeros del hostal con frecuencia. Lo bueno de este sitio es que es un bar amigo del Tallinn Backpackers (y el personal tiene descuentos en las bebidas… ¡muajajaja!)

Después del Ukskoik fuimos a otro bar llamado Suhkrumoll, a pocos metros del hostal. Pocas veces he ido a un sitio tan excéntrico. La taberna estaba decorada como el Día de los Muertos en México y ponían música electrónica trallera. Además, la gente iba un poco (bastante) pasada de alcohol y otras cosas que prefiero no saber. Nosotros pillamos un sitio en una zona que parecía más “tranquila” y, de vez en cuando, aparecía un infiltrado como para comprobar si había alguien ahí. Nos sentíamos un poco observados, pero lo dicho… era un lugar un tanto extraño.

Domingo, 22 de abril

Cumpleaños en Tallinn Backpackers

El domingo fue un día muy tranquilo. Durante el día estuvimos trabajando en nuestros respectivos turnos. Por la tarde/noche celebramos el cumple de mi compañero John, con cena y tarta incluida en el mismo Tallinn Backpackers. Ya había vuelto Miguel de Lituania y, aunque el pobre estaba cansado, eso no fue impedimento para echar unas partiditas a las cartas.

Cumpleaños en Tallinn Backpackers
La tarta de chocolate para nuestro cumpleañero

Nota: Acompañamos la velada con sidra, uno de los grandes descubrimientos del viaje. La verdad es que nunca antes me lo había planteado pero me he dado cuenta de que me encanta este tipo de sidra. En concreto, de esta marca llamada Kiss. Están buenísimas y tienen un montón de sabores exóticos.

Resultado de imagen de estonia cider can kiss

Lunes, 23 de abril

El lunes ya empecé a ser consciente otra vez de lo rápido que pasa el tiempo. Me sentía extraña al pensar que eran mis últimos días en el Tallinn Backpackers. Se me ha pasado el mes volando.

Martes, 24 de abril

En búsqueda de souvenires

Mi último día lo dediqué sobre todo a buscar souvenires para mi colección. Cuando viajo no suelo comprar gran cosa pero el imán para mi nevera y el llavero nunca fallan. Igual que me pasó el último día en Riga, en Tallín también había un montón de tiendas de recuerdos, todas con los mismos productos pero con precios diferentes. Al final sólo cogí mi imán y algunas postales.

También aproveché para darme un último paseo por la ciudad.

Último paseo por Tallín
Última visita a los miradores de Tallín

Despedida en The Monk’s Bunk

Por la noche fuimos de fiesta a The Monk’s Bunk, el hostal de fiesta por excelencia en Tallín. Este hostal pertenece a la misma cadena de hostales que el Tallinn Backpackers. Era mi última noche así que lo celebramos tomando algunas sidras y echando partidas ilimitadas al futbolín. No jugaba desde que trabajaba en la empresa. Se notaba la falta de práctica, pero después de unas cuantas rondas nos volvimos insuperables. De hecho, hubo un par de chicos que se picaron y nos retaron un montón de veces. Vaya vicio llevábamos…

Mañana tengo el vuelo de vuelta a Barcelona, ¡ya os contaré qué tal la vuelta!

¿Te ha gustado este post? ¡Compártelo! 🙂

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *