De Zakopane a Ždiar: cruzando los montes Tatras en motocicleta
Ždiar, 7 de agosto de 2018.
Hoy tampoco hemos hecho gran cosa (madre mía, al final vais a pensar que soy una vaga). Teníamos que ir a Ždiar para pasar unos días en The Ginger Monkey, un hostal amigo del Good Bye Lenin Hostel que está en los montes Tatras pero en la parte de Eslovaquia. Sin embargo, nos podía la pereza y no parábamos de atrasar el momento de irnos. En cierto modo nos daba pena dejar atrás el Good Bye Lenin Hostel porque ya es como si fuera nuestra casa… pero bueno, ¡siempre estamos abiertas a nuevas aventuras!
Dedicamos la tarde a “empacar cosas en la mochila” y se nos fue un poco de las manos. Vamos, que más que empacando estuvimos procrastinando porque no hicimos nada productivo. Bueno, sí, estudiar Esperanto y leer un libro sobre filosofía en inglés. ¡Algo es algo!
De Zakopane a Ždiar
A eso de las 18:00h decidimos ir tirando hacia Ždiar porque dentro de poco empezaría a oscurecer. Íbamos en motocicleta y no queríamos que nos pillara la noche en mitad del camino. Metimos nuestras pertenencias como pudimos en una mochila para ahorrar sitio (y peso) en la moto. Acto y seguido me cargué el mochilón a la espalda y, una vez comprobado que el vehículo aguantaba todo el peso, salimos con destino a Eslovaquia. Como solo iremos unos días no necesitamos llevar muchas cosas.
El trayecto en la moto fue de lo más peculiar porque me daba la impresión de que a veces íbamos un poco inestables, sobre todo en las curvas. El equipaje pesaba lo suyo y parecía que llevábamos un muerto detrás. Menos mal que las tiras eran largas y pude adaptar la mochila para que “reposara” sobre la motocicleta. Si no, me hubiera cargado la espalda. Imaginad… todas las cosas de Karolina y todas las mías metidas a presión en una mochila de colegio.
En cualquier caso, el trayecto fue breve y tardamos unos 40 minutos en llegar a Ždiar. En este enlace os dejo la ruta que tomamos nosotras. También hay autobuses que conectan Zakopane con Poprad y que paran en este pueblecito. Sin embargo, no hay muchos al día y debes prestar especial atención con los horarios para no perderlo.
El alojamiento: The Ginger Monkey
Llegamos a Ždiar y a nuestro alojamiento sobre las 19:00h. Inmediatamente nos enamoramos de The Ginger Monkey. Es un hostal del mismo estilo que el Good Bye Lenin Hostel pero, en mi opinión, ligeramente en mejores condiciones. Por lo menos la primera impresión ha sido muy positiva. El chico de la recepción (que si mal no recuerdo se llama Jack) es muy majo y nos estuvo enseñando cómo era el hostal y qué servicios tenían. Además, gestionó la reserva de modo que pudiéramos estar en la misma habitación ya que cuando llamé por teléfono no era posible.
Una vez ya instaladas en nuestras literas fuimos al salón, cogimos una guitarra y nos fuimos a la terraza. Se nos había ocurrido la idea de aprender a cantar y tocar la guitarra, formar un “dúo artístico” y actuar por las calles, así que aprovechamos para practicar para nuestro futuro. De momento hemos comenzado con canciones fáciles como Knockin’ on heaven’s door de Guns ‘N Roses y Radioactive de Imagine Dragons en versión acústica. Creo que tampoco sonamos TAN mal… Hemos pensado en ir a comprar libretas y apuntar nuestras canciones y progresos.
Cena en Pizzeria Rustika
Jack, el chico de la recepción, nos dijo que los restaurantes de Ždiar cerraban entre las 20:30 y las 21:00. Y, efectivamente, así fue. Primero probamos suerte en un establecimiento de comida típica eslovaca llamado Ždiarsky dom. Sin embargo, cuando ya habíamos decidido el menú la camarera nos dijo que ya habían cerrado las cocinas, así que tuvimos que cambiar de planes.
Al final fuimos a cenar a un sitio llamado Pizzeria Rustika. El local nos encantó porque era muy acogedor y la decoración era muy alternativa y original. El restaurante tenía el techo en forma de pirámide y estaba todo lleno de pósters, utensilios y figuras raras, cuadros, luces, lámparas, sillones llamativos, muebles de distintas formas y colores, etc. En este enlace os dejo algunas fotos para que podáis ver cómo era por dentro.
Nos pedimos una pizza para compartir y, con el estómago lleno, volvimos al hostal. Y aquí nos sucedió una cosa un tanto surrealista. Cuando Karolina fue a su cama, que era la litera de arriba de la mía… se dio cuenta de que estaba ocupada. Alguien había usurpado su sitio y se había apoderado de la litera. Era tarde y estaban todos los demás huéspedes durmiendo así que no era plan de encender la luz y molestar. Así que, a oscuras y con el móvil, miramos si había otra cama vacía y tuvimos suerte. Mi amiga no dormirá en el suelo hoy.
Todavía no sabemos muy bien qué haremos mañana. A mi me gustaría hacer alguna ruta de senderismo por los montes Tatras de Eslovaquia. ¡Ya veremos!