Un día en Catania, la segunda ciudad más grande de Sicilia
Catania, 7 de junio de 2018.
Lo primero que hice esta mañana fue acompañar a mi compañero Gaël a comprarse una mochilita. Mañana vamos al Etna pero como él no había contemplado la posibilidad de ir no había traído ninguna mochila para excursiones. Fuimos al mercadillo de la calle hasta que encontramos una como la que tengo yo de 3€ del Decathlon. La que vimos era un poco más cara pero regateamos un poco con el vendedor y al final la conseguimos casi por el mismo precio que la mía.
Sobre Catania
En el hostal nos dieron un mapa de Catania y nos recomendaron una ruta para recorrer el centro de forma optimizada. La ciudad tampoco es muy grande y se puede ver fácilmente en un día. A diferencia de otros destinos donde es “obligatorio” ver lugares concretos, personalmente creo que la mejor forma de visitar Catania es paseando por sus calles y plazas.
Para poneros en contexto, Catania es la segunda ciudad más grande de Sicilia y cuenta con alrededor de 400.000 habitantes. Fue fundada en el 730 a.C. por los griegos y su historia es un poco trágica ya que ha sido conquistada y destruida en repetidas ocasiones. Fue arrasada siete veces por erupciones volcánicas del Etna y por terremotos, siendo los más catastróficos los de 1169 y 1693. Al igual que otras ciudades sicilianas como Noto, Catania también tuvo que ser prácticamente reconstruida desde cero.
Desde el año 2002, forma parte del patrimonio histórico de la UNESCO junto con el resto de ciudades del barroco tardío del Valle de Noto.
De turismo por Catania
Anfiteatro romano
Comenzamos nuestro recorrido yendo al anfiteatro romano, que está en el centro de la Plaza Stesicoro. Es el segundo más grande de Italia, después del Coliseo romano. Desde fuera solo se veían los restos de uno de los semicírculos del anfiteatro pero su superficie se extiende por debajo de los edificios contiguos. De hecho, hasta principios del siglo XX el anfiteatro estaba oculto. Más tarde comenzaron unas excavaciones que lo han dejado tal y como lo vemos hoy.
En la misma plaza vimos la estatua de Vincenzo Bellini, un famoso compositor italiano.
Teatro romano
Continuamos nuestro paseo con dirección al teatro romano, en la Plaza de San Francisco. Este teatro fue construido en el siglo II d.C sobre un edificio del siglo anterior con lava del volcán Etna. Para entrar había que pagar entrada y como preferíamos ver otras cosas al final simplemente lo bordeamos y lo vimos desde fuera.
Teatro Massimo Vincenzo Bellini
De allí continuamos a la Plaza Vincenzo Bellini, donde se encuentra el impresionante teatro que lleva el mismo nombre. Por lo general no encontramos demasiados turistas y se podía pasear tranquilamente.
En el medio había una fuente llamada Fontana dei Delfini que se supone que está hecha de esculturas de delfines. Aunque de delfines tienen poco…
Aprovechamos para tomar un café en una de las plazas que encontramos por el centro. Allí nos sablaron 3€ (precio de turista) por un café que encima estaba frío. Por si no fuera poco, también nos cobraron 1€ “por los cubiertos”. Esto es algo bastante común en Italia, pero no le encuentro mucho sentido. ¿Dónde esperan que te bebas el café si no es en un vaso?
Plaza del Duomo
La siguiente parada fue la Plaza del Duomo, donde encontramos varios edificios importantes: la Catedral de Santa Ágata, patrona de la ciudad; el Palazzo degli Elefanti, la sede del ayuntamiento; y el Palazzo dei Chierici, un seminario que está unido a la catedral mediante un pasadizo.
En el centro de la plaza vimos dos fuentes. Por un lado, la Fontana dell’Elefante, que fue esculpida en roca de lava en 1736 y que representa tres civilizaciones: la púnica, la egipcia y la cristiana. El elefante simboliza la derrota de los cartagineses que llegaron a Catania para conquistarla a lomo de enormes elefantes. El obelisco es egipcio, está hecho de granito y contiene jeroglíficos relacionados con el culto a la diosa Isis. Los otros elementos como la cruz y el lirio representan la cristiandad junto a la insignia de Santa Ágata.
La otra fuente era la Fontana dell’Amenano, que separa la Plaza del Duomo del mercado de La Pescheria. Está hecha de mármol y fue esculpida en homenaje al río Amenano, en cuyas orillas fundaron los griegos la ciudad de “Katánē”, hoy Catania.
Castillo Ursino
Después de la pausa continuamos al Castillo Ursino, una fortaleza construida en 1239 que pasó de ser la sede del Parlamento siciliano a la residencia del rey Federico II de Sicilia.
Este castillo lo encontré especialmente interesante por varias razones:
- Fue uno de los pocos edificios que aguantó el terremoto que sacudió Sicilia en 1693, el mismo que destruyó ciudades como Noto o Siracusa.
- Cuando lo construyeron estaba situado encima de un acantilado sobre el mar. Sin embargo, las erupciones volcánicas y los terremotos han hecho que actualmente se encuentre un kilómetro tierra adentro.
- Una erupción del volcán Etna rellenó de lava los viejos fosos del castillo a principios del siglo XVII.
A día de hoy, el castillo es la sede del museo municipal de Catania y alberga una galería de arte. Nosotros no llegamos a entrar, pero estuvimos paseando por sus alrededores.
Giardino Bellini
Una vez visto el centro nos apetecía visitar algún área más natural y que, a poder ser, contara con vistas panorámicas de la ciudad. Buscando en Internet tampoco encontramos gran cosa y la mayoría de miradores estaban en lo alto de algún edificio. Al final encontramos el Jardín Bellini en una zona más elevada de la ciudad y desde donde se podía ver el Etna en el horizonte (aunque no muy bien). Es el jardín más antiguo de Catania.
Durante la subida encontramos un pequeño complejo monumental con termas griegas.
Por lo general, Catania me recuerda en cierta forma a Palermo. Ambas son ciudades grandes, con un estilo arquitectónico similar y con lugares parecidos para visitar. Sin embargo, creo que en Palermo hay más iglesias y palacios y en Catania hay más cultura de teatros y anfiteatros, como sucede en Siracusa.
El curioso negocio siciliano
Después de turistear por el centro nos entró mucha hambre y fuimos a buscar un lugar donde comer. Primero preguntamos en un bar pero la señora nos dijo que “se habían quedado sin comida” y nos recomendó que un sitio en el lado opuesto de la plaza. Estuvimos un rato charlando con ella y nos pareció simpática, así que le hicimos caso.
Fuimos al bar en cuestión y, misteriosamente, unos minutos después apareció allí mismo la señora del bar anterior. Junto a la encargada nos estuvieron asesorando sobre qué pedir. Al principio lo agradecimos pero al final se nos hizo un poco pesado porque la señora nos intentaba vender de todo. Que si helados, bebidas, comida, postres… Vamos, tienen el negocio bien montado e intentan maximizar las ventas todo lo que pueden.
Estoy convencida que ambos bares tienen algún tipo de relación entre ellos porque la señora del bar anterior se comportaba como si estuviera en su casa. Seguramente tengan algún acuerdo y se envíen gente de un sitio a otro cuando estén llenos o no tengan la cocina abierta. Puro marketing.
Al final nos decantamos por un aperitivo siciliano que parecía una mezcla entre croissant y pizza. Mi compañero Gaël se pidió un refresco que sabía a polo flag líquido que no había visto en mi vida. No me acuerdo de cómo se llamaba pero por lo que se ve en Francia es bastante común.
Nuevo compañero de habitación
Cuando volvimos al hostal estuvimos descansando un poco y preparando las cosas para la excursión de mañana. Como estábamos un poco cansados, cenamos algo ligero en el hostal (unos deliciosos trofie con rúcula).
Por la noche, mientras yo reposaba en la cama después de ponerme las gotas del oído, llegó nuestro nuevo compañero de habitación. Se llama Guido, es de Suiza y le encanta la montaña, así que no ha dudado un segundo en unirse a nosotros para ir al Etna. ¡A ver qué tal va mañana!