Savitaipale, ¿el pueblo que siempre duerme?
Savitaipale, 15 de marzo de 2018.
Hoy, después de un mes y medio en Savitaipale, por fin he ido a dar una vuelta por el centro del pueblo. Uno de mis compañeros descubrió que justo al lado de donde vivimos hay una librería así que después de trabajar decidimos ir a investigar. Cada vez los días son más largos y se hace más ameno ir a pasear porque tienes más tiempo y no estás tan apurado de que se haga de noche. Por eso, el chico canadiense, la chica italiana y yo hemos salido a que nos de un poco el aire.
Expedición a la librería y la iglesia
La verdad es que me encantaría poder contaros cómo era la librería de Savitaipale, pero estaba cerrada. Creo que hemos sido un poco gafes porque normalmente cierra a eso de las 6 de la tarde y precisamente hoy cerraba a las 4. Nosotros hemos llegado a las 5, así que no hemos tenido suerte. Al menos pudimos asomarnos a las ventanas y echar un vistazo desde fuera. Se veía bastante acogedora, con muchas estanterías de libros, mesas y escritorios. Lo que no sé es si tienen libros en otros idiomas aparte del finés, así que me pasaré otro día a mirar.
Ya que estábamos fuera, pensamos que era una buena ocasión para dar una vuelta por los alrededores de Savitaipale. Sabía que había una iglesia porque dos de mis compañeros habían ido un domingo por la mañana a ver cómo era la misa. Sin embargo, cuando llegamos vimos que también estaba cerrada. Visto el panorama decidimos visitar establecimientos así que decidimos continuar nuestro recorrido por sitios que no dependieran de horarios de apertura. Hoy no era nuestro día…
Paseo por la “torre de Savitaipale”
Si hay una cosa que me encanta hacer, es hacer de guía de sitios que conozco. Mis compañeros no conocían la torre del pueblo, así que pensé que sería una buena oportunidad para enseñarles este maravilloso lugar. Desde lo alto de la torre se puede ver la inmensidad del lago Kuolimo y sus alrededores. También es un lugar ideal para ver auroras boreales por la noche, si el tiempo lo permite.
Se nota que ya no es puro invierno porque las escaleras ya no estaban cubiertas de nieve. Hace unas semanas, cuando subimos por primera vez, había que ir con mucho cuidado porque la nieve hacía que resbalara. Ahora era más fácil subir y bajar, aunque las escaleras siguen siendo igual de empinadas. Yo, por si acaso, iba lenta y con precaución.
Una vez arriba, vimos a lo lejos una especie de círculo en mitad del lago. No le veíamos mucho sentido, la verdad, así que decidimos bajar a mirar. Sin embargo, para no tener que dar toda la vuelta y volver por el mismo camino, dijimos… ¿y si cambiamos la ruta? Total, que nos metimos campo a través para bajar al lago por la ladera, sin saber muy bien por dónde. Esto me recordó mucho a cuando fui a la fortaleza de Kärnäkoski, porque el “camino” era exactamente igual. La nieve te cubría hasta la rodilla y era tan blandita que hacía que te resbalabas. En alguna que otra parte incluso te llegaba hasta casi la cadera, ¡y no es broma!
Cuando ya casi llegamos abajo del todo, vimos que habían unas cercas y no estábamos seguro de si podíamos pasar porque igual eran propiedades privadas. Sin embargo, encontramos un camino que llevaba directamente al lago y conseguimos salir.
El misterio del círculo del lago
Al llegar al río fuimos directos hacia el misterioso círculo que habíamos visto en la lejanía. ¿A que no os imagináis qué era? Pues nada más y nada menos que una mini pista de hockey sobre hielo. Sí, ¡en el mismísimo lago! Era algo parecido a esto:
Eso sí, el hielo de la pista estaba casi derretido y en poco tiempo se convertiría más bien en una piscina. Por eso, no nos acercamos mucho ni nos metimos dentro. Al caminar por su alrededor se escuchaba un poco el “crack” del hielo. Y lo último que queríamos era bañarnos en esas gélidas aguas a temperaturas de bajo cero. La primera vez que fui al lago Kuolimo no fue así, ya que hacía mucho más frío y la superficie era mucho más sólida.
Investigando por los alrededores
Estábamos muy cerca de una de las islas, y vimos que había un cottage con una sauna muy cerca de la orilla. Nos asomamos por fuera y parecía que no había habido nadie desde hacía algún tiempo. Quizá cuando haga mejor tiempo los propietarios la utilicen más. Si no, les puede pasar como a nosotros cuando fuimos al cottage en pleno invierno hace unas semanas… ¡que se puede acabar convirtiendo en un campo de supervivencia!
En el borde del lago también había muelles congelados y casi enterrados por la nieve, pero me dio la sensación de que por debajo ya empezaba a derretirse lentamente el hielo. Por eso, nuevamente mejor no jugársela y quedarse sobre terreno seguro.
Continuamos atravesando el río hasta que llegamos a las pistas de esquí. Una de las cosas que más nos llamó la atención fue que en algunas partes ya no había nieve y se podía ver la oscuridad del lago. Además, en algunas partes había grandes rajas y se podía ver el grosor del hielo. Se veía exactamente igual que en el lago Saimaa de Lappeenranta, como podéis ver en este enlace.
Terminando el día con la puesta de sol
Para finalizar nuestro paseo, nos quedamos en el lago disfrutando de la maravillosa puesta de sol. Cuando anochece el frío se hace más evidente, así que al terminar volvimos a nuestro apartamento con el resto de nuestros compañeros.
El día de hoy ha reafirmado una de las cosas que ya sabía, y es que al final los planes improvisados suelen ser los mejores. Eso sí, espero tener más suerte el próximo día que vayamos a la librería o a la iglesia. ¡Haré los deberes y miraré los horarios antes de ir!