Savitaipale… ¿hay alguien ahí?
Savitaipale, 31 de enero de 2018.
Savitaipale
Seguramente muchos os preguntaréis dónde está Savitaipale y qué vengo a hacer aquí. Pues bien, Savitaipale es una pequeña villa de 3.600 habitantes situada en Karelia del Sur, conocida por ser la región de los lagos de Finlandia. Tiene un área de 690km² , de los cuales 151km² son agua. Es aquí donde pasaré el próximo mes, por lo menos.
El motivo que me ha traído a este pueblecito es un voluntariado que encontré en la página de WorkAway. Para los que no lo conocéis, WorkAway es una web que promueve viajar y aprender idiomas a través de voluntariados. Es decir, intercambias horas de trabajo para una familia u organización a cambio de alojamiento y comida.
Mi llegada al pueblo
Mi llegada a Savitaipale ha sido bastante curiosa. Me imaginaba una típica estación de autobuses, señalizada y con autocares aparcados. Además, se suponía que alguien iba a venir a recogerme allí para ir a la casa. Pero no fue así. Imaginaos la situación… yo súper cargada con mi mochila, en una parada en medio de la nada, a -8 grados mínimo, sola y empezando a anochecer. Y nadie a mis alrededores. Únicamente una cafetería y un mercado que no sabía ni si estaba abierto o cerrado porque no se veía movimiento, además de un par de casas y algún que otro coche pasando por ahí.
Pasaban los minutos y se iba haciendo tarde. Nadie aparecía. Nadie me cogía el teléfono. Empezaba a tener dudas de si estaba realmente en el sitio correcto o no. Como las manos empezaban a congelarse, decidí buscar el sitio por mi misma. A simple vista no estaba segura de qué dirección debía seguir así que pregunté a un par de personas que había por allí si sabían dónde estaba la casa. Curiosamente, nadie conocía la dirección y me miraban un poco raro, creo que porque era la única persona que hablaba en inglés y no en finés.
¿Hay alguien ahí?
Cuando por fin encontré la dirección, abrí la puerta y entré dentro de la casa. Sí, exacto, entré dentro de la casa. No estaba cerrada con llave. Sin embargo, vi un montón de pares de zapatos en la puerta y supuse que estaba en el sitio correcto. Eso sí, me sentía súper extraña, ahí metida en una casa abierta, vacía y desconocida. Imagina que aparece alguien en cualquier momento y me encuentra ahí dentro de su casa…
Por si no fuera poco, justo cuando saqué el móvil para volver a llamar, se me apagó con un 70% de batería por culpa de las extremadas temperaturas, lo cual tampoco ayudó mucho. Gracias a la PowerBank conseguí revivir mi móvil pero como seguía sin aparecer nadie decidí salir a la búsqueda de señales de vida.
Había luces encendidas y se escuchaban voces en el edificio de al lado. Me asomé y vi a un grupo de gente hablando, así que pregunté si esta era la dirección que buscaba. Para mi sorpresa… ¡sí! ¡Menos mal! Resulta que la señora del voluntariado se había confundido y pensaba que llegaba al día siguiente. Por eso nadie había venido a esperarme a la parada. Sin duda, la mejor forma de empezar mi estancia aquí, ¿verdad? 😂
Cuesta abajo y sin trineos
A partir de ahí, todo fue muy bien. Me explicaron un poco cómo funcionaba todo y me enseñaron mi habitación. Una vez instalada, nos equipamos con la ropa adecuada y nos dirigimos a unas pistas con rampas de nieve para tirarnos cuesta abajo. Creo que puedo contar con los dedos de la mano cuántas veces me he tirado con trineo en mi vida… Por eso, debo reconocer que me costó coger la iniciativa. Lo más curioso es que no teníamos trineos como tal, sino una especie de «lancha» y un plataforma roja con asas. Es muy guay la adrenalina que sientes y la velocidad que puedes llegar a coger.
Al volver a casa, hicimos la cena (¡empanadillas polacas!) y, después de estar un rato despiertos y charlando, nos fuimos a dormir. Mañana me explicarán cuáles son mis tareas en el voluntariado, las reglas de la casa, y demás, así que… ¡a descansar!
No se que tendrán los finlandeses, pero mi Airbnb en Helsinki también fue una aventura. Llegué a la puerta y no había nadie. Nevando y yo paseando la maleta. Llamo por teléfono, me habla un hombre (se supone que el Airbnb lo llevaba una mujer), me dice que ahora no puede hablar y cuelga. Al final me fui al McDonald’s a comer y al rato me volvió a llamar el hombre disculpándose y diciendo que en 10 minutos podía ir ya 😀
Definitivamente todos los imprevistos y sucesos extraños que nos pasen en un viaje serán las cosas que recordaremos de por vida 😀