Agrigento: ruta por el casco antiguo con incidencias incluidas
Agrigento, 1 de junio de 2018.
Después de haber pasado unos cuantos días en Palermo ha llegado el momento de continuar el viaje. El próximo destino será Agrigento, una ciudad al sur de Sicilia conocida por el Valle de los Templos y la Scala dei Turchi, de los cuáles os hablaré más adelante. En todas las guías y blogs de viajes aparecía como recomendado así que decidí comprobarlo con mis propios ojos.
Si todo va bien, la ruta que haré será la siguiente: Palermo > Agrigento > Siracusa > Catania > Giardini Naxos / Taormina. Sin embargo, es solo una aproximación y puede variar a medida que avance el viaje.
De Palermo a Agrigento
Para ir de Palermo a Agrigento cogí el tren de las 11:43 con Trenitalia. Los trenes salen cada hora y el billete de ida cuesta 9€. Estoy segura de que hay autobuses que hacen el mismo recorrido y por menos precio, pero me apetecía cambiar un poco y probar nuevas formas de transporte.
El tren iba lleno y muchos pasajeros tuvieron que hacer la mayoría del trayecto de pie. Antes de entrar ya se veía cómo se formaba una aglomeración de gente entorno a las puertas. Cuando abrieron todos entraron casi corriendo a buscar asiento. Por suerte, pude pillar uno junto a la ventanilla. Esta situación me recordó a cuando cogí el autobús del aeropuerto de Roma al centro, donde reinó el caos a la hora de subir.
A medida que nos íbamos acercando a nuestro destino el tren se iba vaciando y, cuando llegamos, ya casi no quedaban pasajeros. Tardamos menos de 3 horas y a las 13:47, puntualísimos, ya estábamos en Agrigento.
Primeras impresiones: de la estación al hostal
Lo primero que hice al llegar a Agrigento fue buscar en Google Maps cómo llegar a mi hostal. Había reservado una noche en el Hostel Dimora y, según la app, estaba a 10 minutos caminando desde la estación.
Comencé el trayecto por una calle muy larga que subía progresivamente. Llegaba un punto en el que tuve que desviarme a la derecha y subir unas cuantas escaleras que llevaban a un barrio que estaba más elevado.
A medida que iba subiendo empecé a sentirme un poco insegura. Las calles estaban sucias, había basura tirada por todos lados, las casas estaban hechas polvo, se escuchaba gente gritando en las casas y habían caminos cuyo acceso había sido bloqueado. Además, tenía la sensación de que las pocas personas que había por allí me miraban de manera sospechosa, seguramente porque se me notaba que era una turista.
Me parece que era un barrio de inmigrantes porque hubo un momento en el que me topé con un grupo de unas 15 personas que estaba rezando en las escaleras, mientras escuchaban las oraciones.
Para llegar al hostal tenía que coger por una calle que estaba tapiada. Era imposible pasar. Subí un poco más para buscar otro camino, pero no había salida. Después de estar un buen rato merodeando por el barrio, decidí bajar y buscar otra alternativa por mi cuenta. A veces, la intuición es la mejor de los aliados. Y, efectivamente, siguiendo mis instintos encontré un camino que, aunque un pelín más largo, me llevó a la calle del hostal.
Una cosa estaba clara y es que si la zona era peligrosa no me quería quedar más de una noche allí.
El alojamiento: Hostel Dimora
Encontrar el hostal también fue un poco confuso. Cuando llegué a la supuesta dirección vi que en la puerta no había ninguna referencia del hostal. Sin embargo, había otra chica que también estaba buscando el sitio. Efectivamente, al final acabamos preguntándonos la una a la otra si sabíamos donde estaba el hostal. Terminamos llamando al Dimora, donde nos indicaron que teníamos que subir la calle un poco más. Y, por fin, lo vimos. ¡Prueba superada!
La chica en cuestión se llamaba Dominica y era de Polonia. De momento, compartimos habitación con otra chica que se llama Sonia y es de Lyon (Francia). En el cuarto hay 6 camas, así que probablemente venga más gente durante el día.
Por lo demás, el hostal está muy bien en cuanto a relación calidad precio. Las habitaciones son muy espaciosas, limpias y con buena iluminación, sobre todo durante el día. Cuenta con todo lo que necesitas: cocina, lavandería, información turística, consigna para maletas… El personal es muy amable y atento, siempre disponible ante cualquier cuestión que puedas tener. La mayoría son argentinos, ¡muy majos todos!
Me han enseñado que el hostal está justo al lado de la avenida principal. Lo que pasa es que para acceder hay que coger por una callejón que no aparece en ningún mapa.
Ruta por el centro histórico
Mi idea inicial era visitar el famoso Valle de los Templos de Agrigento, un área arqueológica con edificaciones griegas que forma parte del patrimonio de la UNESCO. Sin embargo, ya eran más de las 16:00h de la tarde y el recinto lo cerraban a las 17:00h. No me daba tiempo, así que el chico de la recepción me recomendó un plan alternativo: visitar el centro histórico y pasear por una avenida donde hay un mirador para ver el valle.
Al salir del hostal e incorporarme a la avenida principal encontré de casualidad un cartel con lo que parecía una especie de ruta por el casco histórico. Venía señalizado un recorrido por los lugares más emblemáticos de Agrigento y, en cada punto, había paneles informativos y dónde dirigirte después.
Decidí seguir esta ruta, y vi lo siguiente:
Iglesia de Santa María de los Griegos
Es una iglesia del siglo XIII construida sobre los restos de un templo griego que fue dedicado a la diosa Atenea.
Bajo la iglesia hay una galería subterránea donde pueden verse las bases de las columnas de uno de los templos de Terón (cuya tumba está en el valle) del siglo V a.C.
En el patio de la entrada se puede acceder a los restos del templo a través de un pasillo subterráneo. Sin embargo, la entrada estaba cerrada.
El acceso a la iglesia es gratuito.
Catedral de San Gerlando
La catedral de Agrigento es uno de los monumentos históricos más importantes de la ciudad y se encuentra en la parte alta, subiendo unas escaleras. Se empezó a construir antes del año 1100 pero ha pasado por numerosas modificaciones y estilos arquitectónicos como el gótico, el renacentista y el barroco. Se me olvidó echar fotos…
La entrada cuesta 4€ pero decidí verla solo por fuera y continuar mi paseo por el casco antiguo.
Plaza Don Giovanni Minzoni
En la Plaza Don Giovanni Minzoni se encuentran la ex sede del Museo Diocesano, que es donde antes estaban los tesoros de la Catedral de Agrigento; el Seminario Arcivescovile, un centro de la comunidad diocesana; y el Instituto Gioieni, un centro para alojar e instruir a niños huérfanos.
Mirador en el edificio militar
Paseando por los alrededores fui a parar a una especie de sede militar donde había un mirador. No estoy muy segura de qué edifico era, pero si alguien ha estado en Agrigento y lo sabe, ¡me encantaría saberlo!
Ayuntamiento y Teatro Luigi Pirandello
Después del mirador comencé a bajar de nuevo al centro. El paseo es muy agradable porque Agrigento es una ciudad tranquila y las callejuelas son realmente encantadoras.
Una vez abajo, me paré a ver el Comune di Agrigento (el ayuntamiento) y el Teatro Luigi Pirandello. En el teatro se hacen conciertos y obras pero si pagas 2,50€ puedes visitar el edificio por tu cuenta.
Iglesias varias
En Agrigento hay un montón de iglesias y edificios religiosos. Además de la Catedral y la Iglesia de Santa María de los Griegos, encontré algunas más como la Iglesia de San Domenico, la Iglesia de San José o el Palacio de los Filipinos. Este último pertenece al ayuntamiento hoy en día, pero antes funcionaba como convento de frailes filipinos.
Una vez recorrido el casco histórico, cogí la Avenida Atenea, que es la calle principal, con dirección al mirador que me había recomendado el recepcionista del hostal.
Villa Bonfiglio
Bajando por Viale della Vittoria el paisaje cambió completamente. Pasamos de las estrechas callejuelas del centro histórico a una larga y ancha avenida con vistas al valle. Además del Valle de los Templos, desde el paseo se veía el mar en el horizonte y las poblaciones sicilianas de los alrededores. Eso sí, estaba un poco nublado y las vistas de la lejanía no eran del todo claras.
En la entrada del parque Villa Bonfligio había una especie de estatua que decía “Tutti uguali” (“Todos iguales”, en castellano) que me resultó bastante original.
En el centro había una fuente llamada “Fontana dei Caduti” (“Fuente de los Caídos”) dedicada a los fallecidos en la Primera Guerra Mundial.
Aquí me pasó una cosa bastante desagradable pero que quiero dejar reflejada. Cuando pasé el parque encontré un mirador que estaba cercado con matorrales, y me senté un rato a descansar. De repente, un chico comenzó a increparme y a decirme cosas, intentando llamar la atención. No le respondí. Al ver que no le hacía caso, comenzó a perseguirme. Busqué la primera salida disponible con tan mala suerte de que sólo había una abierta. Salí lo más rápido que pude hasta que perdí de vista al chico.
Fue un momento bastante desagradable y me parece increíble que a día de hoy sigan pasando este tipo de cosas. Quiero contarlo porque creo que es algo que se tiene que denunciar y que bajo ningún concepto debemos tolerar. Las mujeres tenemos derecho de ir donde queramos sin miedo a ser increpadas o tratadas de esta manera.
Jardín Botánico
Mi intención era continuar bajando por la avenida para llegar al Jardín Botánico pero la experiencia anterior me hizo replanteármelo. Además, se estaba haciendo de noche así que decidí volver al centro. Mi instinto me decía que no era buena idea continuar sola por aquellos lares.
En búsqueda de algo para comer
Otra de las cosas que me impactaron de Agrigento es que prácticamente no hay supermercados. Busqué en Google Maps cuáles había en el centro o alrededores, y no había ninguno. El más cercano estaba a unos 20 minutos caminando y a esas horas no me veía capaz. Cuando digo que no había supermercados también incluyo tiendas pequeñas, pakis o negocios donde comprar alimentos o útiles de primera necesidad. Nada.
Al final, después de dar mil vueltas decidí preguntar en una tienda y me indicaron un sitio. Parecía una especie de tienda familiar pero no tenía muy buena pinta. Había muchas moscas en la fruta y el establecimiento no estaba precisamente limpio. Sin embargo, era el único lugar donde comprar ingredientes para cocinar uno mismo.
La oferta de bares y restaurantes tampoco era para tirar cohetes. La mayoría de sitios eran muy caros o cerraban pronto.
Cena en el Cantiere 12.25
Como no me convenció nada de lo que vi, decidí buscar un bar y cenar algo rápido. Para ello, utilicé TripAdvisor, que me recomendó el Cantiere 12.25. Es un pub donde sirven bebidas pero también ofrecen aperitivos ligeros. Ante la duda decidí preguntar al chico de la barra, que me recomendó algunas de las especialidades. Al final me decanté por la bruschetta siciliana, que es como un pan torrado con aceite, tomatitos, olivas y champiñones. Me costó 5€, más 1€ la botellita de agua.
De vuelta al hostal
Cuando volví al hostal conocí a una nueva compañera de habitación. Se llama Ivana y es de Croacia, pero vive en Berlín (Alemania). Es muy maja y hemos quedado para ir mañana juntas a la Scala dei Turchi. El problema es que mañana es festivo y no tenemos ni idea de los horarios de los autobuses. Hemos preguntado en recepción y tampoco lo tienen muy claro, así que iremos a la parada temprano y que sea lo que tenga que ser…