Taormina, una ciudad turística pero con mucho encanto
Taormina, 9 de junio de 2018.
¡Cambiamos de destino!
Hoy he dejado Catania para visitar otro de los lugares que tenía más ganas de ver: Taormina. Sin embargo, hablando con otros viajeros me recomendaron que me quedara en Giardini Naxos, una ciudad cercana a Taormina pero más tranquila, económica y menos turística. Lo mejor es que mi compañero Guido no tenía plan ninguno y se apuntó al mío. Él no había reservado alojamiento ni nada así pero dijo que preguntaría en el hostal donde nos alojamos Gaël y yo si tenían espacio para una tercera persona. Modo aventura total.
Comenzando la mañana con buen pie
Después de la excursión del Etna de ayer, hoy nos levantamos súper cansados así que nos lo tomamos con calma. Y con tanta calma que Guido y yo perdimos el tren a Taormina en nuestra propia cara…
Llegamos a la estación de Catania, compramos los tickets lo más rápido que pudimos, los validamos y cuando llegamos al tren y pulsé el botón para abrir las puertas…. me ignoró por completo. El tren se puso en marcha y se fue. Queríamos coger el de las 11 porque el próximo era un Intercity, que es más rápido pero cuesta el doble de caro. Somos así de ahorradores.
Decidimos hacer tiempo y coger el siguiente tren, que era uno de los normales. Fuimos al bar de al lado a tomarnos un café “a precio turista”, como decía Guido. Después, a las 12:20h cogimos el tren a Taormina/Giardini Naxos. El ticket nos costó 4,30€ a cada uno.
Nuestro compañero Gaël había reservado la noche anterior en un hostal diferente y hoy se cambiaba al nuestro. El pobre llevaba esperándonos desde hacía un buen rato. Pobrecito…
De la estación a Giardini Naxos
Durante el trayecto en el tren se veía por un lado la costa y por otro las montañas, incluido el volcán Etna. ¡Qué recuerdos! <3
Al llegar a Taormina teníamos dos opciones para ir a Giardini Naxos: o caminar 45 minutos con los mochilones a cuestas o coger un autobús local. Por el módico precio de 1,90€ preferimos coger la opción más cómoda y reducir el trayecto a solo 10 o 15 minutos. Not bad.
Para ir al hostal teníamos que bajarnos en la “parada de Renault”. Es curioso porque para saber en qué parada estás, el conductor grita el nombre y entonces sabes que te tienes que bajar ahí. De todas formas nosotros íbamos chequeando de vez en cuando con el GPS del móvil.
El bus nos dejó a escasos metros del hostal. En esta ocasión es el Gianni House, un hostal que me recomendaron las chicas que conocí en Siracusa. Todas decían que estaba muy bien y que el personal era muy amable, así que decidí probar.
El alojamiento: Gianni House
El Gianni House está ubicado a medio camino entre Taormina y Giardini Naxos así que es fácil visitar ambas ciudades por el precio de una. Está a un paseo de la playa y también organizan actividades y excursiones por Sicilia. El hostal es muy acogedor y lo lleva una pareja italiana muy agradable. Preguntamos si tenían espacio para nuestro compañero y no hubo problema. De hecho, nos pusieron a los tres en la misma habitación, sin nadie más. Era muy guay porque teníamos hasta terraza y lavabo privado solo para nosotros.
La señora de la recepción nos estuvo explicando cómo movernos por los alrededores y qué podíamos hacer y visitar tanto en Taormina como en Giardini Naxos. Una vez ya asentados, llegó el momento de hacer un poco de turismo.
Visitando Taormina
Para ir a Taormina cogimos el mismo autobús de antes pero en dirección contraria. El ticket nos costó 1,90€ también. En el autobús nos dimos cuenta de que íbamos subiendo y las vistas del mar y la montaña se volvían cada vez más espectaculares. Giardini Naxos está en la costa y Taormina está en la parte alta, aunque también está conectada con la playa.
Para mi gusto, la ciudad es preciosa pero demasiado turística. La mayoría eran turistas y apenas había gente local. Ya me lo habían advertido previamente, por eso. Había muchísimos restaurantes, agencias de viaje, tiendas de souvenires, etc. Tuve la sensación de que todo estaba enfocado a vender y a satisfacer las necesidades de los turistas que vienen de vacaciones. A pesar de todo, Taormina es muy bonita y es considerada una de las ciudades más encantadoras de Sicilia.
Dimos un breve paseo por el centro pero al final decidimos cambiar de dirección porque no nos acababa de convencer tanta muchedumbre. Nuestra siguiente parada fue Isola Bella, una pequeña isla en la parte baja de Taormina. Pensábamos que llegaríamos rápido pero desde la zona alta tardamos unos 30 o 40 minutos a pie. Por suerte, todo era bajada (aunque todo lo que se baja se tiene que volver a subir…).
Isola Bella
Isola Bella es una de las playas más famosas y bellas de Sicilia. Allí se encuentra la pintoresca casa que perteneció a Florence Trevelyan, la sobrina de la Reina Victoria I del Reino Unido y esposa del profesor Salvatore Cacciola, el filántropo alcalde de Taormina. Como bien indica su nombre, Isola Bella es una isla pero cuando baja la marea se puede llegar a pie, convirtiéndose entonces en una península. Nosotros pudimos pasar sin problemas.
Fui con altas expectativas a Isola Bella y, la verdad, me decepcionó un poco. Primero porque el camino que une Taormina con la isla estaba abarrotado de turistas bañándose. Segundo porque para entrar tenías que pagar una entrada y tengo la impresión de que hoy en día se quiere sacar dinero de prácticamente todo.
Nos comimos nuestros bocatas y emprendimos rumbo a nuestra siguiente parada: el castillo de Taormina. Nos habían comentado que a unos pocos kilómetros más arriba de la ciudad había un fortaleza desde donde se podía ver todo el valle. Nosotros somos más de naturaleza que de ciudades así que decidimos ir allí para ver el anochecer.
Subida al Castillo de Taormina
De camino a la fortaleza
Como ya eran las 19:00h y se hacía tarde decidimos coger el teleférico que conecta la parte baja con la parte alta de la ciudad. Si tardamos casi 40 minutos en bajar a pie era prácticamente imposible subir y llegar a tiempo para la puesta de sol. Había que optimizar el tiempo.
A diferencia del teleférico del Etna, el de Taormina sólo costaba 3€ por trayecto y el recorrido era similar. En 10 minutos ya estábamos arriba. Fuimos con un grupo de chavales italianos bastante peculiares con los que estuvimos charlando y riendo. El teleférico nos dejó más o menos cerca de la estación de autobuses.
Una vez arriba, comenzamos el trekking para ir al castillo.
A medida que subíamos las vistas se volvían cada vez más impresionantes. Taormina iba quedando abajo, las montañas más cerca y el mar más lejos. Además, se podían ver las casitas de Castelmola, una villa medieval, en lo alto de la montaña.
A esa hora el sol ya estaba bajando y no hacía tanto calor como antes. El paisaje era incluso más bonito.
El rincón perfecto
Tardamos una media hora en subir al Castillo de Taormina. Llegamos justo a tiempo porque el sol ya comenzaba a ocultarse entre las montañas. Eran casi las 20:00h y el recinto ya estaba cerrado así que no pudimos entrar.
Sin embargo, el camino no fue en vano porque encontramos un rinconcito para ver la puesta de sol perfectamente. Antes de comenzar la visita nos propusimos un objetivo cada uno: Gaël quería bañarse en la playa, Guido quería comer algo típico de Sicilia (arancini o cannoli) y yo quería ver la puesta de sol desde la fortaleza. ¡Un objetivo cumplido!
Anochecer desde las alturas
El paisaje desde el castillo era espectacular y se podía apreciar la silueta del volcán Etna al fondo, junto a las demás montañas. Se veía cómo emanaba el vapor de la cumbre y cómo el cielo iba cambiando de color a medida que el sol iba desapareciendo.
A nuestros pies veíamos Giardini Naxos y la costa siciliana, así como Taormina y las luces de la ciudad que se iban encendido a medida que iba cayendo la noche.
Desde arriba también vimos el teatro greco-romano de la ciudad, al cuál no llegamos a entrar tampoco. ¡Al menos lo vimos gratis desde las alturas!
En la misma zona del castillo también encontramos la Iglesia Madonna della Rocca que, valga la redundancia, es una iglesia excavada en la roca. Era muy pequeñita y humilde, sin excesiva decoración. Me recordó un poco al santuario de Santa Rosalía, en el Monte Pellegrino de Palermo, que aunque es más grande tiene unas características similares.
Cena de pizza y arancini
Para terminar el día fuimos a cenar a un bar que conocía Gaël donde tenían aperitivos típicos sicilianos, como pizza o arancini. Y, curiosamente, a buen precio porque si hay algo que me ha llamado la atención de Taormina es que es carísima en comparación con otras ciudades de Sicilia.
Cogimos el último autobús de regreso a Giardini Naxos (que, por cierto, iba a reventar) a eso de las 22:00h. Todos los que íbamos allí éramos turistas y cogimos asientos de milagro.