La claustrofóbica ruta de las cuevas de los Tatras de Polonia
Zakopane, 23 de julio de 2018.
A pesar de haber estado lloviendo a mares estos últimos días y que el pronóstico tampoco era positivo para hoy, no hemos querido perder la oportunidad de hacer otra excursión por los montes Tatras. Sin embargo, esta vez ha sido muy diferente a las anteriores. En lugar de visitar lagos, valles o cimas, hemos ido a investigar varias cuevas. Todo hubiera sido normal si no fuera porque la última de las cuevas tenía una peculiaridad con la que no contábamos… y que os contaré más adelante.
Por cierto, antes de que se me olvide… Esta ruta la he hecho con mi compañero Jonathan y 3 huéspedes del hostal: Ralph (de los Países Bajos), Mark (de Australia) y Emma (de Alemania).
El inicio desde Kiry
A diferencia de las otras rutas que hemos hecho, ésta no comienza en la entrada del parque de Jaszczurówka, que es la que tenemos al lado del hostal. El trail más cercano empieza en Kiry, que es la entrada más al oeste de la parte polaca de los Tatras. Para ir desde el Good Bye Lenin Hostel tuvimos que coger dos autobuses. El primero desde el hostal hasta el centro de Zakopane, y que nos costó 3PLN (0,70€); y el segundo desde Zakopane hasta Kiry, que nos costó 5PLN (1,15€).
Como teníamos que hacer parada obligatoria en el centro, aprovechamos para comprar provisiones en un supermercado cercano a la parada de autobús. Allí pillamos dulces, agua, bocadillos y refrescos para la excursión.
Cuando llegamos a Kiry empezó a llover y comenzamos a tener dudas de si era buena idea hacer la ruta. Habíamos cogido chubasqueros y demás material impermeable pero después de la experiencia de ir por la montaña lloviendo a mares no lo teníamos muy claro. Justo cuando compramos los boletos para acceder al parque empezó a diluviar de verdad. Aún así, decidimos darle una oportunidad y tomamos el trail verde en dirección a las cuevas.
La decisión final
Estaba cayendo la de Dios, literalmente. Pocos metros después de empezar a andar encontramos una cuevecita y decidimos refugiarnos y esperar a que escampara. Ante el chaparrón que estaba cayendo nos tocó valorar (otra vez) si continuábamos la ruta o no. Y, mientras debatíamos, al cabo de un rato dejó de diluviar. Finalmente decidimos seguir adelante lo que pudiéramos. Total, ya habíamos hecho el camino hasta allí… Si llovía más tarde o si el tiempo se volvía insoportable, entonces nos daríamos la vuelta. E hicimos bien porque al final no volvió a llover en todo el día y pudimos hacer la ruta sin problema.
La ruta de hoy consistía en un trail muy sencillo desde el cuál partían otros senderos que llevaban a cuevas de diferentes características. En total visitamos tres totalmente diferentes entre ellas. No solo a nivel estético, también de dificultad de acceso.
La primera cueva: Jaskinia Mroźna
Después de media hora caminando encontramos el desvío del trail negro hacia la primera cueva. A partir de aquí, nos tocó subir por un camino de piedra y rocas. No era difícil pero sí un poco cansado. Además, como había estado lloviendo estaba el terreno mojado así que teníamos que ir con cuidado de no resbalarnos (o meter un pie en un charco y ponernos de fango hasta arriba).
Después de unos minutos llegamos a la primera cueva: Jaskinia Mroźna. Es una cueva de 773 metros de largo y la entrada está a 1100 metros sobre el nivel del mar. Para entrar tuvimos que pagar un ticket de admisión que nos costó 4PLN (1€) y que se compraba allí mismo en una taquilla. Esta cueva está abierta al público entre mayo y octubre, así que tuvimos suerte.
La ruta estaba perfectamente señalizada. El camino era bastante lógico así que no tenía pérdida. Además, como es una cueva turística, dentro había luces, barandillas y otras facilidades para que pudiéramos pasar sin problemas. De hecho, desde 1959 es la única cueva de los Tatras de Polonia que está iluminada con electricidad mediante una unidad de combustión.
Tardamos unos 15-20 minutos en hacer el recorrido y salimos en lo alto de la montaña a unos 1112 metros. Por tanto, tuvimos que descender para volver a incorporarnos al trail verde y seguir nuestro camino al resto de las cuevas. El final de la bajada nos dejó junto a un río que transcurre junto al sendero principal.
La segunda cueva: Jaskinia Raptawicka
Continuamos por el trail hasta que llegamos al desvío de la segunda cueva: Jaskinia Raptawicka. Ésta está a 1146 metros sobre el nivel del mar y se puede visitar sin guía ni ticket adicional. El sendero consistía en un camino de piedras y rocas que ascendía por la montaña hasta llegar al lugar en cuestión. Primero de todo, hicimos una breve parada en un mirador con unas vistas espectaculares:
Esta cueva tenía una dificultad añadida y es que para acceder tenías que subir con cadenas por una empinada pared rocosa. Era la segunda vez en mi vida que lo hacía (la primera fue para ver una cueva en el Congost de Mont Rebei). La verdad es que no me hacía especialmente gracia porque me daba bastante respeto. La subida era escarpada y no sabía dónde tenía que poner el pie. Pero bueno, un paso después de otro, y… ¡conseguí llegar hasta arriba!
Sin embargo, ahí no acababa la cosa. Una vez en el alféizar había que bajar unos 4 metros por una escalera de acero (que, por cierto, estaba súper fría). La cueva era un tanto lúgubre, hacía fresco y había ranas y ratoncitos merodeando por ahí. En la cámara principal había caminos que se adentraban en las profundidades pero no parecían accesibles. O, al menos, seguros. Por eso, echamos un vistazo rápido y volvimos a subir por la escalera.
Como todo lo que sube después baja, tuve que volver a enfrentarme al descenso con cadenas. Personalmente, me costó mucho más la bajada que la subida porque si ponías un pie donde no tocaba te podías resbalar. Abajo había una familia que también estaban valorando si subir o no. Al ver que lo hicimos “sin problemas”, al final se animaron a hacerlo.
La tercera cueva: Jaskinia Mylna
Una vez ya abajo, volvimos hacia atrás unos metros para tomar un atajo que nos llevaría a la última de las cuevas: Jaskinia Mylna. Esta fue, sin duda, la más desafiante de todas. No era un a ruta normal donde visitabas cuevas, no… El mismo trail era DENTRO de la cueva. Lo que pasa es que nosotros no lo sabíamos.
El inicio
En la entrada de la cueva había una señal de advertencia que informaba de que el trail rojo que comenzaba allí era de una sola dirección. Es decir, si entrabas no podías darte la vuelta, sino que tenías que continuar hasta llegar a la salida oficial. Si no, la gente que venía detrás no podía continuar porque no había espacio suficiente y podían haber bloqueos. Y esto tampoco lo sabíamos hasta que entramos.
Mi compañero Jonathan y yo llevábamos frontales, así que los encendimos y nos adentramos en Jaskinia Mylna con el resto del grupo. Al principio pensamos que la ruta dentro de la cueva sería breve pero a medida que avanzamos nos dimos cuenta de que tenía toda la pinta de que no sería así. No teníamos ni idea de cómo de larga era, ni de cuánto tiempo nos llevaría completarla.
El primer momento crítico
El primer momento crítico fue cuando, al poco de empezar, vimos que la única dirección posible era un agujero donde tenías que arrastrarte unos metros a “modo lagarto” para continuar. Literalmente. No cabíamos ni de cuclillas ni de pie. El espacio era tan estrecho que no cabíamos ni con las mochilas y nos las tuvimos que quitar. Primero pasó Jonathan (que era el más experto del grupo) para investigar si era viable. Tras dar el visto bueno, le seguimos los demás.
Hubo muchos tramos de la ruta donde tuvimos que ir agachados durante algunos metros porque el techo no era lo suficientemente alto. También pasamos por más agujeros donde tuvimos que pasar arrastrándonos de nuevo a modo lagarto.
Por lo general, el camino era extremadamente estrecho y teníamos que ir en fila para poder pasar. Había tramos donde apenas cabíamos y era muy desconcertarte no saber qué nos esperaba. Además, como había llovido, toda la superficie estaba encharcada, caía agua de las paredes y del techo y había tramos inundados. Reconozco que estaba un poco asustada.
Perdidos en la cueva
Sin embargo, el momento más preocupante fue cuando perdimos de vista la señal del trail. Llegamos a una cueva sin salida y no teníamos ni idea de dónde estábamos. Empezamos a mirar por los alrededores pero no había ni rastro del trail rojo. La otra chica y yo empezamos a asustarnos y yo empecé a encontrarme un poco regular. Me sentía mareada y me tuve que sentar y beber agua. Nunca me había pasado y creo que fue una mezcla del estar bajo tierra y la angustia de estar encerrados. Era bastante claustrofóbico.
Por suerte, Jonathan volvió atrás por donde habíamos venido y finalmente encontró la señal del trail rojo que indicaba la dirección correcta. En cuanto me enteré de que había localizado el camino correcto, enseguida empecé a encontrarme mucho mejor. En serio, vaya susto. Por lo que se ve, hay cuevas sin salida que se salen del trail y que se pueden visitar por cuenta propia, y luego volver atrás. Sin embargo, creo que es mucho más prudente atenerte a la ruta oficial, por lo que pueda pasar. Al final, no deja de ser una cueva y hay que ir con cuidado.
Las cadenas
Hubo un tramo en el que tuvimos que pasar agarrándonos a cadenas porque el camino era estrecho y, a nuestra derecha, había una especie de desfiladero. Si te resbalabas podías caerte hacia abajo unos cuantos metros. Y mejor no tentar a la suerte. Aún así, esta parte la encontré mucho más fácil que la subida con cadenas a Jaskinia Raptawicka. En este caso, servían únicamente como soporte para no resbalarte, mientras que en la cueva anterior era imposible subir sin valerte de ellas.
No sé cuánto tiempo estuvimos dentro de la cueva. Quizá fueron 20, 30 o 40 minutos… Vete a saber. Creo que al estar dentro perdimos la noción del tiempo. Una vez pasado el tramo de las cadenas tengo la impresión de que el camino se volvió más fácil. Al menos nuestra sensación era que la parte difícil ya la habíamos pasado. Y, poco después.. ¡conseguimos salir! En serio, nunca antes me había alegrado tanto de ver la luz del sol. Fuimos un poco dramáticos y empezamos a abrazarnos y todo por haber salido sanos y salvos 😀
Celebración en Schronisko Górskie
Una vez ya fuera de Jaskinia Mylna, comenzamos el descenso para incorporarnos de nuevo al trail verde principal. Nos sentíamos tan contentos y aliviados que decidimos caminar otros 40 minutos hasta el refugio de Schronisko Górskie. Allí repusimos fuerzas y celebramos que seguíamos vivos con unas cervezas y patatas fritas.
Después de descansar un rato, emprendimos el regreso a Kiry. Esta vez sin cuevas incluidas. Durante el camino estuve reflexionando con Mark sobre temas variados. Por ejemplo, sobre ser vegetariano o vegano, el reciclaje de plástico, los planes de vida y lo que la sociedad espera de nosotros. Me parecieron unas conversaciones súper interesantes y es una de las cosas que más me gustan de viajar. Conocer gente y aprender a ver las cosas desde diferentes puntos de vista.
Para terminar, en este enlace os comparto la ruta de las cuevas por si le queréis echar un vistazo. Importante: el tramo que hicimos dentro de la cueva no es 100% exacto porque el camino no aparece señalizado en el mapa. Pero bueno, más o menos, fue así. Eso sí, si la hacéis, ya sabéis: no os olvidéis de llevar los frontales y ¡de tener cuidado!