Rysy: ruta de montaña al pico más alto de Polonia
Zakopane, 30 de julio de 2018.
Hoy ha sido uno de los días que han marcado mi viaje. Cuando llegué a Zakopane me propuse alcanzar la cima de Rysy, el pico más alto de Polonia a 2499 metros. Subir a la cima de un país no es una oportunidad que se presente cada día y sonaba muy tentador. Sabía que era una de las rutas más exigentes de los montes Tatras y, desde que estoy en el hostal, sólo una persona la había hecho. Tenía mucha curiosidad por comprobar si era tan difícil como parecía y por poner a prueba mis límites físicos y mentales.
Sobre Rysy
El término «Rysy» significa «arañazos» o «grietas» y hace referencia a los surcos de la escarpada cumbre. La cordillera está situada justo en la frontera entre Polonia y Eslovaquia, si bien solo el 30% está en la parte polaca. Rysy tiene tres picos: el central, con 2503 metros; el del sureste, de 2473 metros; y el noroeste, con 2499. Este último es oficialmente el pico más alto de Polonia ya que los otros dos están en territorio eslovaco.
La ruta es muy desafiante por varios motivos. Primero, porque es una excursión muy larga (pueden ser fácilmente unas 12 horas). Segundo, porque las últimas horas hay que hacerlas con cadenas por un terreno bastante escarpado. Y tercero, porque es muy importante que haga buen tiempo y no siempre es así, incluso en verano. A modo resumen, necesitas tener una cierta resistencia física y mental y tener la suerte de que no haya pronóstico de lluvias el día que vayas.
La importancia del tiempo
El tiempo es uno de los factores más decisivos a la hora de subir a Rysy. Si las condiciones climáticas son desfavorables puede ser muy peligroso. Imagínate estar en la montaña y que de repente empiece a diluviar, a caer rayos que provoquen desprendimientos. De hecho, nuestra mánager del hostal nos avisó de que cada año mueren personas intentando subir a Rysy sin tener en cuenta el pronóstico del tiempo.
La semana pasada estuvo lloviendo prácticamente todos los días y nos fue imposible hacer la excursión. Sin embargo, mi compañero Jonathan no perdió la esperanza y lo intentó dos veces. La primera fue con Karl (otro de los voluntarios del hostal) y el tiempo fue tan malo que no pudieron continuar más allá de los dos lagos (Morskie Oko y Czarny Staw pod Rysami). La segunda vez fue solo y se quedó en el segundo tramo de las cadenas porque empezaron a caer rayos y a haber desprendimientos de rocas. Tanto él como el resto de excursionistas tuvieron que darse la vuelta rápidamente.
Este fin de semana había acordado con Andy, un huésped de Australia, y mi amiga Karolina que si el pronóstico era bueno haríamos la ruta hoy. Mi compañero Jonathan lo había intentado justo ayer pero según Internet hoy iba a hacer mejor tiempo. En teoría daba sol por la mañana y tormentas por la tarde/noche, pero esperábamos estar de regreso para aquel entonces. No imaginábamos que la ruta sería TAN larga.
Aunque la idea inicial era subir a Rysy, sabíamos que llegar a la cima era poco probable dadas las circunstancias. Sin embargo, decidimos intentarlo y ver hasta dónde podíamos llegar. Si el tiempo se volvía en nuestra contra o estábamos demasiado reventados, nos daríamos la vuelta.
Primera parte: de Zakopane a Morskie Oko
Quedamos a las 6:30 en el hostal para desayunar antes de coger el autobús de las 7:30 a Morskie Oko, el inicio de la ruta. Una vez en la entrada del parque de Palenica Białczańska compramos los tickets y comenzamos a caminar en dirección al lago. Como la vez anterior, hicimos esta parte del trayecto por carretera ya que es la única vía de llegar a Morskie Oko. Hay un par de atajos donde puedes hacer una pequeña parte por la naturaleza, pero son bastante cortos.
Llegamos a Morskie Oko en 1 hora y 40 minutos, y lo primero que hicimos fue ir al bar a desayunar en condiciones. Teníamos mucha hambre y sabíamos que nos esperaba una ruta muuuy larga, así que aprovechamos esta primera parada para reponer fuerzas. Yo me pedí huevos revueltos con salchichas a «precio turista» porque la cantidad dejaba mucho que desear para lo que costaba. Sin embargo, era o eso o nada, porque no había otro sitio para elegir.
Mientras desayunábamos en la terraza mirábamos hacia las montañas y veíamos cómo las cumbres estaban totalmente cubiertas por nubarrones grises. No era buena señal porque significaba que era muy probable que lloviera o que hiciera mal tiempo. Por otro lado, a mi amiga empezó a dolerle mucho la rodilla y al final decidió quedarse en Morskie Oko y regresar al hostal. Subir Rysy con dolor en las articulaciones no era nada recomendable. Sin embargo, Andy y yo quisimos darle una oportunidad así que después de desayunar y despedirnos de Karolina, emprendimos rumbo a la cima.
Segunda parte: de Morskie Oko a Czarny Staw pod Rysami
Rodeamos Morskie Oko hasta que llegamos a la señal que indicaba «Rysy – 3h50». Aquí es donde empezaba el ascenso como tal ya que hasta el momento el sendero había sido prácticamente plano. Sin embargo, ya nos fue bien para calentar los músculos antes de ponernos serios.
La subida a Czarny Staw no me pareció técnicamente difícil pero sí cansada porque el sendero era muy empinado. A diferencia de mi compañero, me tenía que parar cada 5 minutos para coger un poco de aire y beber agua. Pero bueno, poco a poco fuimos subiendo y finalmente llegamos al segundo lago. Tardamos unos 45 minutos desde el refugio de Morskie Oko.
Personalmente el lago de Czarny Staw me pareció más especial y tranquilo que el anterior. Había menos personas y se notaba que no era tan turístico (¿quizá por la subidita?). Además, el hecho de estar más elevado y situado justo bajo la imponente cordillera de Rysy hacía que las vistas fueran más impresionantes.
A partir de aquí, comenzamos la siguiente etapa de la ruta: bordear el lago hasta encontrar el sendero de subida a Rysy. Durante todo el camino íbamos mirando hacia las montañas que se imponían delante de nosotros. Efectivamente, las cumbres seguían totalmente oscuras y ocultas por los nubarrones.
Tercera parte: el ascenso desde Czarny Staw
La subida
Después de rodear Czarny Staw continuamos por el trail rojo que ascendía por un camino de piedras y rocas. Un sendero fácil pero cansado porque no había ninguna parte plana. En algunos puntos tenías que ayudarte de las manos para poder subir por las rocas ya que el terreno era muy empinado. También había tramos donde la superficie era resbaladiza y tenías que ir con cuidado de no caerte.
Había enclaves donde podías sentarte en la roca y disfrutar de las impresionantes vistas del lago y los montes Tatras detrás. Mientras ascendíamos nos girábamos continuamente para ver si podíamos ver los dos lagos desde donde estábamos. Sabíamos que en algún momento llegaríamos a ese punto porque Morskie Oko está más bajo que Czarny Staw y tendría que aparecer detrás antes o después. Sin embargo, no había manera. Veíamos Czarny Staw pero ni rastro de Morskie Oko. No fue hasta un buen rato después que empezamos a ver ambos lagos desde las alturas.
A medida que subíamos el camino se iba haciendo más estrecho. Además, la niebla era cada vez más evidente y llegó un momento en el que no veíamos el camino por donde habíamos venido. No se veía ni el lago, ni las montañas, ni el sendero, ni el cielo… Nada. Estábamos totalmente rodeados de nubes. También se notaba muchísimo el cambio de temperatura porque hacía más frío y tuvimos que ponernos las chaquetas.
La llegada a las cadenas
Entre una cosa y otra llegamos a tramo donde empezaba la subida con cadenas. Esto ya era todo un logro porque no esperábamos avanzar tanto en la ruta. No obstante, estaba claro que el tiempo no nos acompañaba y que podía empezar a diluviar en cualquier momento. El problema es que no teníamos ropa impermeable ni material de montaña, así que no era plan de jugárnosla.
Antes de empezar preguntamos a un par de excursionistas que venían de Rysy para evaluar la situación. Todos, absolutamente todos, nos respondieron que no continuáramos. Decían que era demasiado tarde, que había dos horas más hasta la cima y que el tiempo no nos acompañaba. Sin embargo, pensamos que no era tan tarde, que no estábamos cansados y que no estaba lloviendo, así que decidimos avanzar un poco más…
Y empezamos las cadenas. Justo al pasar las primeras hubo un momento crítico porque escuchamos un trueno. Temíamos que empezara a diluviar así que pensamos en darnos la vuelta. De hecho, eso hicimos. Sin embargo, por cosas de la vida, de repente volvió a salir el sol y vimos que la gente que venía con nosotros continuaba. Así que nuevamente decidimos darle una oportunidad y continuar un poco más.
Cuarta parte: la subida con las cadenas
Durante el trayecto Andy y yo nos animábamos mutuamente cuando decaían los ánimos o las fuerzas para continuar. Cuando llegamos a las cadenas mi compañero no lo veía claro pero a mi me entraron ganas de probar al menos un tramo. Habíamos hecho todo el camino hasta allí y no me quedaría tranquila sin haberlo intentado. Probamos un par de cadenas, vimos que no era tan difícil como pensamos y con la broma continuamos subiendo a Rysy.
A estas alturas ya estábamos relativamente cerca y no queríamos rendirnos. Preguntamos de nuevo a unos excursionistas cuánto tiempo teníamos hasta la cima y nos respondieron lo mismo que antes. Que nos quedaban dos horas (¡¡¿¿aún??!!), que el tiempo era desfavorable y que si queríamos subir a Rysy tendríamos que haber madrugado mucho más. Sin embargo, veíamos que la gente continuaba y nos preguntamos: si ellos pueden, ¿por qué nosotros no?
Estuvimos subiendo con ayuda de las cadenas durante unas dos horas. Este tramo lo encontré relativamente exigente y cansado, pero no difícil a nivel técnico. Yo nunca había subido con cadenas antes (a excepción del día de la ruta de las cuevas) y pude hacerlo sin problemas. Eso sí, necesitas tener cierta resistencia y estar mentalmente concienciado del tipo de ruta que es. En mi opinión, las cadenas nos ayudaron mucho en algunos tramos pero había otros donde no eran del todo necesarias. Es decir, podías agarrarte a la roca y pasar al otro nivel sin utilizarlas.
En algún que otro momento, cuando mirábamos hacia abajo, podíamos ver los dos lagos. Sin embargo, no era algo común porque la mayoría del tiempo había tantísima niebla que no se apreciaba nada del paisaje. Al contrario: cuanto más arriba estábamos, menos visibilidad teníamos.
Quinta parte: la recta final hasta la cima
Durante toda la subida con cadenas fuimos junto a un grupo de chicas que iban perfectamente equipadas con cascos, ropa técnica y una mochila con material de montaña. Por el contrario, nosotros no llevábamos nada más que lo puesto y una pequeña mochilita con agua y algo de comer.
La última parte de este tramo fue la que me dio más respeto. El camino era estrecho, la pendiente muy escarpada y debajo no teníamos nada más que el precipicio. No había rocas ni ningún tipo de superficie y si ponías el pie en el lugar equivocado la podías liar bien. Íbamos en todo momento pegados a la roca y agarrados a las cadenas. Para que os hagáis una idea, el camino era como su tuviéramos que bordear una montaña e incorporarnos a otra.
El tiempo era de lo más variable que he visto nunca. La niebla iba y venía, y el paisaje cambiaba por segundos en función de si teníamos el sol de nuestra parte o no. Tuvimos mucha suerte porque no nos llovió en ningún momento. Y menos mal… porque yo no llevaba nada más aparte de un poncho de plástico.
Me resultó muy alentador ver que los excursionistas que iban delante de nosotros podían continuar la ruta sin problemas. Si ellos podían, ¡nosotros también! Durante el ascenso nos encontramos con un grupo de españoles muy simpáticos que venían de la cima de Rysy. Nos dijeron que nos quedaban solo unos 15 o 20 minutos, así que le metimos caña.
Un pequeño apunte…
Quería hacer un inciso para decir que, personalmente, creo que la subida a Rysy no está pensada para alguien que tiene miedo a las alturas. Puedes pasarlo mal, especialmente desde el inicio de las cadenas en adelante. Para mi sorpresa, me manejé bastante bien durante este tramo a pesar de todas las inseguridades que tenía. No solo eso, me di cuenta de que me atraía mucho este tipo de trails. Me sentía muy cómoda subiendo por la montaña e, incluso, adelanté a mi compañero y a otros excursionistas que iban más despacio.
Sexta parte: la llegada a Rysy
No os podéis imaginar lo que sentí cuando por fin llegamos a la cumbre de Rysy. No me lo podía creer… ¡lo habíamos conseguido! Contra todo pronóstico y con todas las papeletas de ser un fracaso de excursión, allí estábamos. A 2499 metros, en el pico más alto de Polonia. Llegamos a la cima a las 14:30, después de 6 horas y media de ruta. En la cumbre había unas 30 personas, muchas más de las que me imaginaba.
Desde arriba se podían ver ambos lados de la cordillera de Rysy: por un lado Polonia y por otro Eslovaquia. En la parte polaca se podían disfrutar de vistas privilegiadas de Morskie Oko, Czarny Staw y los montes Tatras. En el lado de Eslovaquia se podían ver las montañas y un pequeño lago que destacaba por su color azul turquesa.
Aprovechamos para comer algo, reponer fuerzas, echar algunas fotos y deleitarnos con el impresionante paisaje cuando el sol y las nubes nos lo permitían. Desde allí se podía continuar a los otros dos picos de Rysy, que están en la parte de Eslovaquia. Sin embargo, el tiempo cambió de repente y comenzó a nublarse de manera sospechosa. Estuvimos en la cima unos 20 minutos y, visto el panorama, decidimos emprender el camino de regreso.
Séptima parte: el descenso
Hubo un momento de tensión porque no encontrábamos la señal del trail rojo para volver. Bajamos por donde «creíamos» que habíamos venido pero estábamos totalmente desubicados. Además, no había nadie para preguntar y nos veíamos merodeando por la montaña sin rumbo fijo. Por suerte, unos minutos más tarde apareció un grupo y nos indicó cómo ir a Morskie Oko.
Por culpa de la niebla no veíamos absolutamente nada de lo que teníamos debajo. De hecho, no veíamos nada a pocos metros de nosotros. Estábamos un poco inquietos así que empezamos a bajar rápidamente para que no nos pillara la lluvia.
Para el descenso utilizamos menos las cadenas y preferimos bajar «de culo» en la mayoría de tramos porque parecía más fácil y seguro. En alguna ocasión sí que usamos las cadenas y bajamos de espaldas para no resbalarnos. Una vez terminada esta parte nos incorporamos al sendero de rocas resbaladizas para llegar a Czarny Staw. Desde allí, bordeamos el lago y bajamos de nuevo hasta Morskie Oko.
Eso sí, ahora que «lo peor» ya había pasado, aprovechamos para hacer algunas fotos durante el camino de bajada:
Llegamos al refugio cansadísimos. Lo primero que hicimos fue marcarnos un homenaje y pedirnos un par de cervezas y algo para comer. Y no os creeréis lo que pasó, pero nada más salir a la terraza con nuestros menús… ¡empezó a llover! Fuimos bastante afortunados porque si hubiéramos tardado un poco más en hacer la ruta nos hubiera pillado el diluvio en mitad de la montaña.
Cuando paró de llover, continuamos nuestro camino por la carretera para volver a Palenica Białczańska. En total tardamos 6 horas en bajar desde Rysy a la entrada del parque. Cogimos el autobús de regreso a Zakopane a las 20:30h o 21:00h. Éramos de los pocos que salíamos del parque a esas horas y el autobús no iba lleno, a diferencia de cuando vinimos.
De regreso al hostal
Cuando Andy y yo llegamos al hostal mis compañeros no daban crédito a lo que veían sus ojos. Somos los segundos (después de Jaden, un chico de Estados Unidos) que hemos subido a Rysy desde que trabajo en el Good Bye Lenin Hostel. De momento, ya puedo tachar uno de los propósitos de mi lista y puedo asegurar que nada es imposible si te lo propones. ¡Nunca digas nunca!
En este enlace os dejo el trail completo que hicimos desde Palenica Białczańska hasta Rysy, por si le queréis echar un vistazo.