Palestrina, una localidad con interesantes sitios arqueológicos
Zagarolo, 18 de mayo de 2018.
Hoy he hecho una excursión de medio día a Palestrina, una pequeña localidad cerca de Zagarolo y a 40 km de Roma. Me habían hablado muy bien de ella y, como hoy empezaba a trabajar a las 17:00h, pensé que sería buena idea aprovechar para hacer alguna escapada. Ha hecho muy buen tiempo, estaba soleado y no había nubes. Algo bastante raro si tenemos en cuenta los días anteriores…
He hecho la excursión con tres huéspedes del hostal: Veera, de Finlandia; y Manolito y Gabriela, de México. Les propuse la idea y les gustó, así que para allí fuimos. Teníamos pensado ir a eso de las 11 pero entre una cosa y otra nos liamos y acabamos saliendo 40 minutos más tarde. No pasa nada, teníamos tiempo de sobra.
Qué hay en Palestrina
Básicamente, en Palestrina hay dos lugares importantes que visitar. Primero, las terrazas que en su día estuvieron ocupadas por el gran Santuario de la Fortuna Primigenia, o Templo de Júpiter. Según he leído, la localidad quiso ocultar el templo hasta que se encontraron los restos monumentales en la segunda guerra mundial, a consecuencia de los bombardeos estadounidenses.
El segundo atractivo de Palestrina es el Museo Arqueológico Nacional. Está en el Palacio Barberini, un edificio renacentista sobre el gran templo de la diosa Fortuna Primigenia. Recoge las obras más representativas de la antigua ciudad de Praeneste, ahora Palestrina.
La excursión a Palestrina
La carretera
De Zagarolo a Palestrina hay una hora caminando. Lo único malo es que toda la primera parte del trayecto vas al lado de la carretera. Es decir, no hay acera ni espacio para ir paseando. Tienes que ir por el borde sí o sí y es un poco peligroso porque pasan muchos coches cerca de ti. Por no haber, no hay ni arcén. Cuando veíamos que el lado contrario de la carretera parecía más ancho o seguro, cruzábamos y continuábamos por allí. Y así gran parte del trayecto.
Los conductores nos miraban bastante extrañados, en plan “¿qué hacen estos por aquí?”. Al poco rato de empezar a caminar vimos un señor mayor que venía caminando en sentido contrario. Nos confirmó que esa era la única vía para ir a Palestrina y que no era peligrosa. Parecía muy convencido… ¡como si ir por un camino así fuera lo más normal del mundo!
Fuimos todo el camino súper motivados, cantando canciones de Aerosmith, de los Backstreet Boys, etc a grito pelado por la carretera.
Perdidos por Palestrina
Una vez ya en Palestrina… nos perdimos. Queríamos ir a las terrazas del santuario pero no teníamos muy claro cómo se llamaba el sitio. Buscamos en Google Maps y nos dejamos guiar por la intuición sin tenerlo 100% claro. Todo eran escaleras cuesta arriba.
Al cabo de un rato subiendo y subiendo decidimos preguntar a gente de allí. Cuando le comentamos a un grupo de trabajadores dónde íbamos nos dijeron que ese no era el santuario que buscábamos. Al parecer, estábamos siguiendo el camino para ir a otro santuario que estaba muy lejos.
El mirador
Cuando por fin llegamos al Santuario de la Fortuna Primigenia lo primero que nos llamó la atención fue un mirador que estaba justo enfrente. Fuimos para curiosear y una encargada de seguridad del museo (que está en la terraza superior del santuario) nos llamó la atención. Por lo que se ve, para entrar tanto al museo como para acceder al mirador necesitas entrada. Como el mirador está al borde de la “montaña”, cuando compras la entrada viene con un seguro por si pasara cualquier cosa.
Desde el mirador se podía ver toda Palestrina, el valle y las montañas. Las vistas eran espectaculares.
Si te asomabas, también se podían ver las terrazas del santuario:
Catedral de Palestrina
Como tampoco nos sobraba el tiempo al final no entramos al museo. Decidimos pasear por el pueblo antes de volver a Zagarolo. Primero fuimos bajando por las escaleras hasta llegar a la parte baja del pueblo.
De ahí, fuimos a la Catedral de Palestrina (Cattedrale di Sant’Agapito Martire, en italiano). Justo en ese momento había un entierro y la plaza Reina Margarita estaba llena de gente. Supongo que sería alguien importante porque había también policías y lo que parecían personas de altos cargos.
En la plaza había una estatua de Giovanni Pierluigi da Palestrina, un compositor italiano renacentista de música religiosa católica. Fue considerado como el “salvador” de la música de la iglesia, cuando el concilio de Trento (1545-63) decretó que se debía purgar el estilo secular de la música de la iglesia. Básicamente, decían que los coros y otras formas de música “oscurecían” el mensaje de la misa.
Antro delle Sorti
El Antro delle Sorti (o Cueva de los Destinos, en castellano) es uno de los sitios arqueológicos más importantes de Palestrina. Está en un edificio en la misma plaza Reina Margarita, en la parte baja del Templo de Júpiter, y lo encontramos de casualidad.
Al igual que el resto del sitio arqueológico, fue construido entre los siglos IV y III a.C. El Antro delle Sorti estuvo considerado una especie de “santuario inferior” y, más tarde, se reconoció como un foro. La leyenda dice que fue aquí donde un hombre encontró las “tablas del oráculo” o “tablas de la suerte”.
Dentro había un pequeño museo con restos arqueológicos del santuario:
De vuelta a Zagarolo
Una vez visitada la Cueva de los Destinos, emprendimos el camino de vuelta al Wiki Hostel. Nuevamente, fuimos caminando por la carretera, pasando algunos tramos un poco más peligrosos, pero siempre con mucho cuidado.
Estábamos muertos de hambre y nada más llegar al hostal fuimos a comer algo.
La segunda Pizza Party
A las 17:00h comenzó mi turno y me tocó ayudar con la preparación de la Pizza Party. La masa de pizza que habíamos hecho hace unos días ya estaba casi preparada. Sólo faltaba hacer bolitas de 240g y pasarles una última capa de harina. Con mi compañero Filipe nos propusimos el reto de hacer bolas de 240g exactas y todo el rato era un “casi… ¡pero no!”. O nos pasábamos de largo o nos quedábamos un poco cortos, pero no pasaba nada. Con que tuvieran más o menos 240g ya estaba bien.
La Pizza Party volvió a ser todo un éxito, pero esta vez tuvimos una pequeña sorpresa. Montamos una especie de escenario para que mi compañero Jocelyn pudiera deleitarnos con un breve concierto. A él se sumó otro señor italiano que también cantaba y tocaba la guitarra. ¡Fue una pasada!